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(final de los recuerdos de la chica...)

MACK

—No vine aquí a conocer a nadie. —La chica número dos fue directa con Jael. Su psique no estaba demasiado fuerte como para mantenerla proyectada por mucho tiempo en donde fuera que se encontraba él, por lo que en cualquier momento se desvanecería. Así que fue al punto—: Vengo a hacer un trato contigo. Atraeré al número uno a donde yo estoy para poder matarlo. Para cuando él llegue a mí necesito que te lleves a Mack y a su madre, y que les des refugio y protección.

Jael se mantuvo de espaldas, mirando con fijeza a la cámara criogénica que estaba frente a él.

—¿Alguna vez Godric te explicó lo que es un trato? —fue su respuesta. No sonó ni siquiera sorprendido. En verdad pareció haber estado esperando esa conversación desde hace mucho—. Tienes que dar algo a cambio de lo que pides, pero tú acabas de aparecer para ofrecerme nada, solo para exigir.

—Sí te estoy ofreciendo algo —contradijo la chica—. Lo que obtendrás es tu mundo a salvo y a nosotros muertos, tal y como querías aquella noche que discutiste con Godric. En especial, tal y como sigues queriendo.

Al menos eso podía percibir ella. Habían pasado los años y Jael estaba envejeciendo, pero su perspectiva no había cambiado. Tampoco su deseo de que los individuos murieran.

Incluso era más grande. Tomaba todos sus pensamientos. Lo poco que la chica podía leer de su cabeza, estaba lleno de ello. Día, tarde y noche.

—Es cierto, sigo queriendo eso. —Jael no se molestó en negarlo—. Pero no necesito que aparezcas con una oferta para conseguirlo. He estado desarrollando mi propia solución durante todos estos años. —La llamó con un movimiento de la cabeza—. Acércate y mira.

La psique y la energía de la chica tampoco eran suficientes para que pudiera detallar por completo sus alrededores. Todo estaba difuminado y oscuro más allá de la posición de Jael y la posición de ella. Nada más sabía que era un laboratorio. Intentar ver más de eso solo la debilitaría.

Pero de todos modos, con un mal presentimiento, dio algunos pasos hasta que logró ver apenas lo que había dentro de la cámara.

Le causó cierto shock, pero su expresión no lo demostró. Ya su cara no delataba sus propios sentimientos. Siempre parecía vacía aunque hubiera un torbellino en su interior.

—Es tu hijo —dijo ella. Lo reconocía, por supuesto, pero estaba metido dentro de la cámara como un muerto dentro de un ataúd. También, casi irreconocible de una forma atroz.

—Era mi hijo, el que tu hermano asesinó —la corrigió Jael. Tal vez sentía resentimiento y tristeza, pero tampoco se notó—. Desde el día del accidente he estado modificándolo para que sea capaz de matarlos a todos ustedes.

Más asombro. Más perplejidad. Pero de nuevo, nada en su expresión.

—Va a fallar —fue lo que le dijo ella, como si él hubiera olvidado la lógica.

—Tiene tu sangre —puntualizó Jael con una pequeña negación de cabeza—. Tiene la de cada uno de los individuos. Y las moléculas no han respondido tan mal. Es decir, han causado muerte celular, por lo que él ha perdido algunas extremidades, pero las estoy sustituyendo. Tampoco ha muerto del todo. Eso significa que está funcionando.

—Pero entonces no fue asesinado por el mellizo. —La chica cayó en cuenta—. Quedó vivo después del accidente.

—Estaba vivo, sí, pero eventualmente iba a morir. Su corazón y su cerebro resultaron muy dañados. No iba a poder caminar o hablar. Lo he mantenido conmigo gracias a las modificaciones.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora