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Pero, ¿serías capaz de entender lo que los muertos te vienen a decir?

MACK

¿Qué demonios...?

Ver a mi padre vivo me impresionó tanto que por un momento no supe qué estaba sucediendo, si aquello era la realidad o un escenario armado dentro de mi propia mente.

Es decir, ahí estaba de nuevo el hombre que había adorado como a un buen padre durante toda mi vida y que había resultado ser un desquiciado y mentiroso científico.

El hombre por cuya muerte yo había sufrido hasta el punto de perderme a mí misma y de desconfiar de mi madre.

Incluso me quedé fría cuando él pasó junto a mí, mucho más joven que en los últimos recuerdos que yo tenía de su apariencia:

Ninguna arruga. El cabello castaño y lacio pero revuelto hasta por debajo de las orejas en un desorden natural. Los ojos oscuros iguales a los míos, la boca fina. Todo él radiando ese brillo culto y carismático que solía hacerlo encantador e inocente para las personas.

Algunas veces había oído a mi madre decir que mi padre había sido muy guapo de joven.

Pero las palabras no le habían hecho justicia a la realidad. Se notaba que había sido un hombre capaz de resaltar en cualquier habitación.

Pero la cosa es que, a pesar de que yo sí lo vi pasar a mi lado, él no me vio a mí.

Fue como si yo no estuviera ahí. Él solo caminó hasta acercarse a una de las mesas de evaluaciones científicas, de esas con muchos instrumentos y aparatos especiales.

Me fijé en que sus manos cubiertas por guantes de látex transportaban una pequeña lámina (tal vez una muestra) con un pedacito de algo que no pude identificar. Parecía tener la intención de examinarlo.

Honestamente, verlo en su faceta de científico fue nuevo y shockeante para mí. Se percibía como alguien diferente, lleno de conocimientos peligrosos.

—Hoy tardaste —escuché que habló una vocecita aguda, dando la impresión de haber estado esperando a Godric durante mucho rato.

Me giré para descubrir que con el sonido de esa voz, el escenario en el que ahora me encontraba se había expandido hacia el otro extremo del laboratorio, justo en donde debían estar ubicadas las dos celdas especiales.

Solo que no podía ver ambas. Nada más una de las celdas, y dentro de ella se encontraba una niña, que era la que había hablado.

Reconocí que era la chica número dos.

Pero nada más ni nada menos que en una versión pequeña.

No como la que servía como bloqueo y que solo actuaba mecánicamente como un guardia. Sino una más natural, más real, solo concentrada en el contexto del escenario.

Me desconcertó mucho, porque yo no tenía recuerdos de ella siendo una niña. Yo nunca la había visto atrapada durante su infancia en ese laboratorio.

Había visto su celda, sí, cuando Ax, Nolan, Vyd y yo entramos a salvarla, pero nada antes de eso. La había conocido siendo adulta.

Entonces, el escenario entero fue incomprensible para mí.

¿Estaba viendo un pasado?

Pero, ¿a quién pertenecía ese pasado?

Todo eso en definitiva no venía de mis propios recuerdos. No era mío.

De cualquier modo, la niña número dos estaba descalza dentro de su celda. Vestía un pantalón azul y una camisa mangas cortas de la misma tela.

Se veía extraña, un infante encarcelado.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora