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*Lamento si salen los guiones cortos. Estoy actualizando desde el celular y la app de Wattpad suele hacer eso de cambiarlos. En cuanto pueda usar mi laptop, los modifcaré.

Adiós sangre y mugre;
¡Hola chico condenadamente atractivo!

—Entonces... desnúdalo.

Nolan enarcó una ceja ante mi orden.

Habíamos iluminado el baño con una lampara de emergencia y luego habíamos cargado a Ax hasta allí para proceder. Ahora, mientras yo lo sostenía sobre el retrete, Nolan llenaba la bañera con el agua más fría que podía salir.

—¿Debo hacerlo yo porque soy el hombre? —inquirió, divertido.

—Bueno es que... yo...

—Tú nunca le has quitado el pantalón a un chico, lo sé —completó en un tono burlón para luego erguirse—. ¿Quieres que te diga lo que vas a encontrar o...?

—No seas imbécil —resoplé con apremio. Fruncí los labios y miré la costosa cerámica del suelo—. Es que es raro —admití.

—¿Qué tú desnudes a un muchacho de veinte años sin que esté consciente de ello? Uy sí —replicó, utilizando su adorado tono de sarcasmo—. Ahora dime por qué si lo hago yo sería menos raro.

Titubeé mientras buscaba una buena respuesta.

—Pues no sé, porque a ustedes no les importa desnudarse juntos —recurrí, no tan segura de lo que decía.

Nolan frunció casi toda la cara con rareza.

—¿De dónde rayos sacas esas teorías sobre el género masculino? —expresó, gesticulando con las manos—. Si yo me quito el pantalón frente a un tipo me puedo ganar es una fractura de nariz. Y si intento quitárselo, una fractura de cráneo. —Resopló con fastidio—. Sería más lógico que lo hicieras tú. A menos que te pusiera nerviosa.

Cogí una piedrita que adornaba el lavamanos y se la arrojé.

—Como te gusta romperme las pelotas que no tengo. ¿Qué te cuesta?

Se cubrió con torpeza y soltó una risa.

—Ya, bien, yo lo hago.

Nolan se inclinó frente a Ax e igual procedió sin molestia alguna. Le desabrochó el viejo y mugroso pantalón y luego bajó la cremallera.

—Álzalo —me ordenó.

Lo sostuve por debajo de los brazos y con todas mis fuerzas lo impulsé hacia arriba. Parecía un muñeco de trapo. Tenía los brazos lánguidos, los ojos cerrados y emanaba un calor intenso por la fiebre.

Nolan tiró de los pantalones y yo decidí mirar el techo del baño.

Hola techo.

—¡Ah, bueno! —soltó Nolan con sorpresa.

Se irguió y se puso los dedos en la barbilla mientras miraba a Ax en un gesto pensativo y analítico. Alterné la vista entre el techo y él, nerviosa.

—¿Qué? ¿Qué? —pregunté.

La cara de Nolan pasó a ser el fiel retrato de la diversión y la picardía.

—Tenemos un gran muchacho aquí.

—Ay, Nolan...

Él soltó una risa.

—Mejor míralo por ti misma...

—No voy a mirar nada —bufé—, quítale la venda y metámoslo en la bañera rápido.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora