[Saen]
Creí que él estaba ahí para salvarme....
Estoy afuera de la cafetería mirando las tristes nubes bajo el toldo retráctil verde salvia. Mi turno terminó hace unos minutos, pero no encuentro mi paraguas en la mochila. En estas épocas del año pocos son los días en que las nubes no se adueñan del cielo. No siempre llueve, más lo cargo siempre, después de todo no necesita mucho espacio. Pero ayer llovió, lo dejé recargado en la pared cerca de la puerta y hoy por la mañana Hikō presionó el claxón hasta que me vió salir. La recién comenzaba, es ligera incluso podría irme así, pero muchas veces se aviva sin previo aviso. Tal vez sea mejor quedarme aqui hasta que la lluvia termine.
—¿Olvidaste tu paraguas? —murmura una voz detrás de mí en compañía del tintineo de la campana sobre la puerta de local y volteo instintivamente— Toma el mío.
Dae extiende su sombrilla negra hacia mi con una mano mientras que con la otra mantiene abierta la puerta. Su turno todavía no termina. Yo lo miro y después al paraguas, el me sonríe acerándolo más para que lo tome, pero no importa cuantas veces me mire con ese gesto, siempre me ha dado la impresión de que casi nunca lo hace con sinceridad.
––¿Por qué no lo tomas?
Él me buscó la mirada con esos ojos oscuros en los que muchas veces intenté distinguir sus pupilas.
––No hace falta —respondí sin mirarlo. –– no quiero que te enfermes por mi culpa.
—No te preocupes por eso, si me enfermo podré faltar al trabajo. No me harían mal unas pequeñas vacaciones así que eso es una ganancia.
Lo miro por un momento y sigue con esa mueca que uno da por compromiso. Por simple cortesía. Dae siempre ha sonreído de esa manera; exactamente la misma inclinación de labios y el ligero entrecierro de ojos sin importar el lugar en el que este ni las personas que tenga enfrente.
Le devuelvo la sonrisa con timidez encontrándome con su mirada. Sólo fueron unos pocos segundos hasta que aparté la vista.
Aún me resulta extraño estar a solas con él. Fui yo quien propuso quedar como amigos después de nuestro fallido intento de relación, de todas formas eso era lo más maduro, seguiríamos viendonos en el de trabajo, pero siempre que estamos así, a solas, tengo que morderme la lengua y evitar preguntarle la razón por la cual se alejó tan repentinamente.
—Sí, descansarías pero la jefa te mataría al día siguiente —susurré poniéndome la mochila en la cabeza, pensando que así me mojaría lo menos posible. — Está bien Dae, no hace falta, la lluvia no es muy fuerte.
––Espera, podría pedirle a mi hermana que venga con su paraguas y así ninguno de los dos se moja. Sabes que no vivo muy lejos de aquí.
Ese « sabes » me avergüenza, porque sí, supe una tarde que fui a su casa a llevarle un par de medicinas porque me dijo que se sentía mal, no fue al trabajo y le pedí a la jefa que me dejara ver su domicilio. Al principio se negó, pero a los minutos aceptó cuando le dije que quería asegurarme que se encontrara bien. Pero de nada sirvió, él no estaba en casa y al día siguiente decidió, por los dos, terminar lo que ni siquiera pudimos empezar.
—Gracias Dae, pero Hikō necesita que llegue a casa —miento— me dejó un mensaje diciéndome que olvidó sus llaves en la mañana. No quiero dejarlo esperando por más tiempo.
Vi cómo dejó de ofrecerme el paraguas hasta que terminó escondiéndolo detrás de su espalda.
—Está bien, ve con cuidado — me dice y le digo lo mismo.
Comienzo mi camino y escucho que da un paso, giro un poco la cabeza y por el rabillo del ojo veo casi completamente afuera del local, pero cuando volteo la cabeza escucho la campana sobre la puerta. Echo un vistazo nuevamente y ya no está.
Él siempre ha sido amable conmigo, cuando recién llegué a la cafetería, hace tres meses, congeniamos muy bien tanto como para que me invitara a salir a las dos semanas de concoernos. Salimos al parque una vez y creí que todo habia ido bien, así que tomé la iniciativa y quise incitarlo al cine, él dijo que sí, pero un dia antes de la cita me canceló. Dae comenzó a comportarse extraño; faltaba al trabajo e ignoraba mis mensajes. Todo llegó a un punto en el que me cansé y le dije que no podríamos llegar a nada más si las cosas continuaban así. Yo realmente esperaba que hablara conmigo y me explicara que era lo que estaba sucediendo, pero no lo hizo. En cambio, estuvo de acuerdo, me dijo que sería lo mejor. Al día sigueinte actuó como si nada, igual que yo. Ya hace un mes de eso, pero aún hay ocasiones en las que casi debo morderme la lengua para no decirle «¿Por qué lo hiciste?»
Caminé una cuadra hasta que el sonido de mi teléfono me bajó de mis pensamientos. Era el recién mencionado Hikō, mi compañero de habitación.
— ¿Sí? Hola —murmuré al acercar el celular a mi oído.
—Y justo hoy que lo necesitas no te lo llevaste —dice el chico burlonamente , supongo que está en el sofá mirando la sombrilla.
—Continúa riéndote y tiraré tu colección de cámaras por el balcón —advierto a modo de juego, y él, por si acaso, apaga su risa poco a poco como un robot al que se le termina la batería.
––Esta vez no olvidaste tus llaves ¿verdad? Estoy en casa, pero tengo que ir al estudio otra vez. Parece que unas fotos se perdieron y necesito tomarlas de nuevo.
—No, no olvidé mis llaves ––Contesto negando con la cabeza como si pudiera verme a través del teléfono––. Ve con cuidado.
—Tú igual ––contesta y cuelga la llamada.
Pasaron unos cuantos minutos hasta llegar a la siguiente intersección. Me detengo, no porque el semáforo lo indicara, de hecho, para mi esta en verde, sino porque una triste y a la vez sorprendida mirada se encuentra con la mía al otro lado de la calle.
Un chico de cabello negro era el dueño de esa expresion tan melancolica. Su pie izquierdo parecía estar a punto de cruzar, pero ahora es como si se hubiera anclado al asfalto cuando aparecí. Siento que lo conozco de algún lugar.
El semáforo cambia y yo me quedo quieta y mientras más pienso «¿De dónde lo conozco?» más se apresuran mis latidos.
Sin dejar de verme, da el paso que pospuso antes ¿Piensa lo mismo que yo? ¿Cree conocerme? ¿Me conoce? No es un cliente, de eso estoy segura. Ya me he encontrado con varios fuera del trabajo y no me invade esta incertidumbre de no recordarlos. Ahora es diferente. Él es diferente, lo siento.
Bajo la vista dando un suspiro. Me estoy sintiendo tan confundida que me está costando un poco de trabajo respirar, la vista se me nubla levemente y me apoyo de la farola que alumbra la zona a unos centímetros de mí, permanezco con la mirada baja hasta que mi vista se aclara de nuevo, y entonces noto como las gotas de lluvia en mis zapatos se iluminan del lado izquierdo. Levanto la mirada, pero es demasiado tarde.
Miro un auto por un segundo y al siguiente siento un fuerte golpe que me recorre todo el cuerpo.
Escucho algunos gritos, como si de ecos lejanos se tratasen, por un breve instante pensé que ese chico estaba casualmente ahí para salvarme, que el destino lo había traído a mí porque sabía que lo necesitaría, pero no lo fue así.
Mis ojos entrecerrados lo distinguieron de nuevo, no lo veo con claridad, pero sé que es él. Se pone de cuclillas ante mí, me pica la nariz, quiero llorar. Le pido a mi cuerpo que obedezca, pero no reacciona, muevo mi mano y logro rozar sus dedos. Ese frío de su piel, me es familiar y me asfixia no saber el por qué.
Intento hablar, pero creo que no ha salido sonido alguno. Hago un esfuerzo en la garganta, duele, más no importa, tengo que decirle.
—Por favor... no te vayas — pero de nada sirve. No me ha escuchado y ahora sólo veo negro.
ESTÁS LEYENDO
𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐃𝐄𝐀𝐓𝐇
Fantasy~Creí que tu serías mi salvación pero sólo terminaste siendo mi muerte~ ~Historia completamente mía ~ #5 Melancolía 12202019 #3 Historias. 10022020 #1 Morir 09132021 20 / Agosto / 2019 24/ Octubre / 2020