CAPÍTULO 9

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[Saen]

El último cliente se va y cambio el letrero de abierto a cerrado. Estoy sola en el lugar, siempre tenemos que quedarnos dos personas, pero vi a mi compañera cansada y le dije que me quedaría. Siempre que falta una persona el trabajo se junta demasiado, y aunque no falté por gusto estos últimos días quise ayudarle a irse temprano. Comienzo el aseo final, pero me detengo cuando de reojo veo una figura de gabardina negra detrás del ventanal. Giro dejando caer la escoba y un hombre me mira avergonzado.

—¿Ya está cerrado ¿verdad?

Miro la ausencia del cartel en la puerta y asiento, el hombre se disculpa y se va.

Estos últimos días permanezco alerta de volver a verlo, pero no ha sucedido, si no fuera porque aún tengo a Dae y Hikō como testigo de haberlo visto creería que ni siquiera existe.

Busqué trucos de magia en los que involucraran cortar la piel, pero cada uno que vi no fue como lo miré esa noche con Keo. La luz del día me dejó ver todo con claridad como para pensar que eso fue lo que me hizo ver mal, pero no es así.

Tomo el cartel del suelo y vuelvo a colocarlo. Continuo haciendo la limpieza final mirando al ventanal de vez en cuando, por si acaso, algunas veces creo ver a Keo, pero no.

Finalmente termino y cierro con llave. Me pongo un anorak cabe y me pongo el gorro con cuidado, mi cicatriz ha sanado bien, pero temo abrirla de nuevo.

La luz del día se está terminando, y entonces escucho unos gritos, el eco de una voz conocida. Siento un escalofrío volteo hacia atrás, de repente la voz se escucha con más claridad.

—¡Detente! —grita entre respiraciones agitada.

Veo a varios transeúntes buscando al causante de tal escándalo y entonces veo a un chico con un uniforme médico correr y detrás de él veo a Keo.

—¡Tao! —vuelve a gritar.

El chico del uniforme corre despavorido esquivando al resto de gente, pero dos hombres se atraviesan en su camino cargando unas cajas de insumos hacia la pastelería de enfrente, el chico del uniforme frena de golpe para trazarce otro camino, pero ahí Keo choca con el y lo tumba al suelo.

—¡Suéltame, soy muy joven para morir!

Grita peleando con Keo por quitárselo de encima y contengo la respiración en un suspiro mientras cubro mi boca.

—Estas delirando, no sabes lo que dices — rie con nervios mirando a la gente de su alrededor, sus ojos se cruzan con los mios, pero parece no haberme reconocido por el gorro.

Keo se pone de pie al igual que ayuda a su amigo a levantarse, él intenta correr de nuevo, pero Keo lo tiene agarrado del brazo.

—¡Suéltame, ya conozco tus trucos, no me convencerás de nada!

Keo lo jala con fuerza y le susurra algo que no soy capaz de escuchar, ambos caminan recto hasta que bajan las escaleras hacia el tren subterráneo y yo los sigo pendiente de que ninguno de los dos me vea.

Voy de nuevo a entrometerme, pero quiero saber de que se trata esto exactamente.

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐃𝐄𝐀𝐓𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora