XIV

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Yuqi abrió levemente los ojos, trató moverse, pero no pudo. Soltó un largo suspiro y abrió más los ojos. Encontrándose a un hombre al frente suyo, en una silla de madera mal hecha. Lo miró con desagrado y trató nuevamente moverse. Estaba amarrada a un palo con cadenas en el calabozo de un barco.

—¿Qué quieren?—preguntó cuando escuchó una corta risa del hombre.

—¿Cómo Soyeon consiguió que Miyeon las entrenara?

—¿Qué te hace creer que te diré?—miró al hombre a los ojos que eran más rasgados de lo normal—aunque si quieres información valiosa, te tengo una mejor que eso.

—¿Qué?—se acercó y la apuntó con una pistola.

—Miyeon es una de las más débiles.

—Eso ya lo vimos, junto con la nómada ¿Quién te enseñó a pelear?

—¿Enseñarme? No no no, solo es un talento, tengo talento en todo, mira—sacó sus manos del amarre—Bualá, no hay nada que no puede hacer—se acomodó en el suelo—Puedo ganarte sin armas.

—Entonces eres útil.

—Más que nadie ¿Qué esperabas? ¿Una chica que rogaria a por ayuda y luego se enamoraría de ti? Lamento decirte que no me va el amor, es para idiotas.

—¿Por cuánto dinero nos das la información que necesitamos?

—¿Dinero? Pfff, eso es para idiotas. Solo demuéstrenme que son los ganadores de cualquier lucha y les cuento todo lo que dicen. La tripulación de Soyeon no ha ganado nada.

—Tenemos trofeos.

—¿En serio?—se levantó del suelo—muéstramelos y te cuento todas las debilidades de Miyeon y de cada una de las chicas.

(...)

Shuhua miró con desagrado la isla que estaba a lo lejos. Ese era el lugar donde nació y creció. No esperaba volver a pisar esas tierras, pensó que se había ido para nunca más volver ¿Y ahora debía de salvar a su mejor amiga? Tampoco la quería mucho. Sacó el catalejo y miró el barco del capital Kim.

Había pasado tres días desde el enfrentamiento y Soyeon se encontraba cojeando por el barco porque nadie podía lograr que dejara de caminar para que descansara. Se daba vueltas por la flota, creando distintos planes, para después negar con la cabeza, descartarlo y crear otro. Se negaba a perder a alguien más y menos a Yuqi. Minnie decía que debe de controlar sus miedos a perder a gente, y más ahora, que raptaron a la peor de todas.

—Seguro hasta ya mató a todos y nos está esperando—le solía decir a Soyeon.

—Espero que si—susurraba.

Miyeon botó el ancla y Shuhua con Minnie se subieron al pequeño bote para llegar a la isla para así buscar alguna pista de como estaba la tripulación enemiga. Y también para buscar algo para el pie de Soyeon que a pesar de estar muy bien tratado gracias a Shuhua y Soojin, necesitaban algo un poco más profesional.

—Esto es horrible—susurró Shuhua mientras amarraba el bote, sus nudos ya eran casi perfectos. Soyeon se negaba a tener a una pirata que no supiera hacer nudos. Iba contra sus principios.

Se acomodó el sombrero de cuero que le prestó Soyeon para tapar su identidad y caminó donde sabía que podría encontrar alguna información. No había lugar que Shuhua no conociera en la ciudad porteña y es por eso que no encontró una excusa para no pisar sus tierras.

Le agarró la mano a Minnie, temblaba igual que cuando le enseñaron a nadar. Eso la preocupó de la misma manera ¿Tan horrible era su familia? Siempre pensó que la suya era la peor ¿Pero llegar a temblar ante la posibilidad de verlos? No eran tan malos. Le acarició la mano y entraron a un bar que, según sus pintas, no estaba permitido mujeres por la propia seguridad de la mujer.

Capitana Jeon [Gidle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora