VAMOS ENCUENTRA LA PUERTA, SALTA LA CUERDA, CORRE ENTRE LOS CAMINOS!!
ELLOS ESPERAN POR TI.
Cuando el viento grite escucha atento, abraza al árbol, báñate en el lago de la vida.
Ungüento de tierra fértil que a tu alma da calidez.
Gloria al padre...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
– ¡Kook, el chocolate se va a enfriar!
Heeye tenía más de diez minutos llamando a Jungkook, pero él no bajaba. ¿Se enojó porque dije que yo quería la taza de chocolate más grande? Eso es ridículo, ambos sabemos que todas las tazas son del mismo tamaño.
– Yoon, ¿podrías subir y decirle a Kook que si no baja, subiré yo misma por él? Y él definitivamente no quiere eso.
– Ya le envié un mensaje –asentí varias veces mientras veía la foto que Baekhyun me mandó. Era una foto de él sonriendo, y en la parte de atrás se podía apreciar a Jimin. Él estaba viendo hacia un lado, su rostro parecía estar sorprendido–. Se nota que son mejores amigos –reí.
– ¡Jungkook, te quiero aquí ahora mismo! –Heeye estaba perdiendo la paciencia.
– Iré por él –murmuré. Dando un último sorbo a mi chocolate, me levanté de la silla donde estaba y caminé hacia las escaleras. Le envié a Baekhyun un emoji riendo y sonreía al ver que él respondía diciendo que me golpearía en cuanto nos viéramos de nuevo. Seguí mi camino hacia las escaleras, pero algo captó mi atención. Justo en medio de las escaleras había una sombra. Esta no se movía. Me hizo pensar en esa sombra que hace solo unos momentos me pareció ver junto a ese deteriorado árbol. Dejé de avanzar.
– ¿Hola?
– Esto no es gracioso, Kook –murmuré–. Heeye está molesta y cuando bajes te pateará el trasero –reí, pero la sombra no se movía. Traté de iluminar con la luz que la pantalla de mi celular emitía, pero esta no llegaba a donde esa sombra estaba de pie, sin moverse.
Vi cómo la sombra pareció moverse.
– ¡Ya te moviste! –señalé acusadoramente, aun si no se veía nada–. Te has movido, Kook. Esta broma de mierda no te salió, idiota –reí y empecé a subir las escaleras.
– Oh, vamos. ¿No hablas? Te descubrí, Kook –me burlé.
Seguí subiendo, pero parecía que nunca llegaba hasta donde estaba Kook. Sentía como si estuviera caminando en cámara lenta. Traté de avanzar. Sentí mi celular vibrar, así que levanté la mano y vi un mensaje. No conocía la foto de ese contacto, ni siquiera estaba registrado, y su fotografía era la de un pincel. Llegué hacia donde estaba Kook y, cuando prendí mi linterna, lo vi...
Él estaba ahí, viendo al frente con los ojos muy abiertos. No se movía, pero su mano parecía sostener muy fuerte el barandal.
– Oye –hablé, pero Kook pareció no escuchar. Su vista seguía fija.
– Vamos, imbécil, deja de hacer berrinche y baja por tu puta taza de chocolate. Heeye está molesta –nada, él seguía sin moverse.