Capítulo 7

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Michael se miraba fijamente al espejo, tal vez cuestionando toda su existencia. Es de esos momentos en los que se arrepiente de haber abierto la boca. 

¿Para qué quedar con Will?

Siempre le empezaban a llegar esos pensamientos de que no sabrían de que hablar, y que tal vez las cosas estaban incomodas entre ellos. 

Además, a todo esto... El castaño no le ha dicho nada de las cartas. Por un lado claramente era mejor, no sabría como actuar si trae ese tema a colación, pero por otro lado... Se supone que era su mejor amigo.

Si hubiera alguien mas, Will le diría, ¿no?

¿No?

Ahora que lo pensaba bien, el castaño tampoco le ha hecho alguna confesión sobre su sexualidad.

Mike frunció el ceño. 

¿Will no confiaba en él?

¿Cómo rayos fue que llego a esa conclusión si solo se estaba arreglando el pel-

—¿Al final si vas a salir o no? —le habló su madre acercándose al marco de la puerta.

El pelinegro la miro por el reflejo. —Si, ¿por?

—Solo era para saber si me llevaba a Holly conmigo al super o no... —la mujer lo miro detenidamente—Te ves bien, ¿algo en especial?

Mike frunció el ceño. —Estoy igual que siempre.

—Hoy te arreglaste mas de lo usual... ¿Te veras con alguien? —dijo pícaramente.

El chico se sonrojo levemente.

—No es nada fuera de lo común. Solo una salida con amigos, no digas estupideces.

—Lenguaje. —le recriminó. 

—Perdón.

La mujer soltó una risita. —No llegues tan tarde. —y se retiro.

Mike se siguió mirando al espejo hasta que su imagen le convenció.

. . .

El viento revolvía el cabello del pelinegro, haciendo que sus pequeños rizos se desarmaran un poco. Will se reía cada vez que este intentaba darle un bocado a su comida y le entraba pelo a la boca.

Ahí es cuando cae en cuenta de que no ha tocado su comida y que lleva todo ese rato mirándolo a él. Y Mike al parecer también cayó en cuenta de esto.

—¿No tienes hambre? 

Will se mordió el labio, desviando la mirada. —Mhm- creo que tengo sed. Tal vez deberíamos... —empezó a sacar lentamente dos latas de cerveza de la bolsa.

Mike ríe. —De acuerdo. —le recibió la suya.

Y aunque hasta ese momento todo estaba yendo bien, poco a poco las cosas se fueron saliendo de control.  Verán, las cosas empezaron así; entre risas, chistes, anécdotas estúpidas... Se empezaron a desatrasar de todos esos últimos días en que no se habían dicho mayor cosa.

El problema radicaba en que el pelinegro no era bueno para soportar el alcohol, y que Will era bastante susceptible a explotar cuando Mike se comportaba como un imbécil. 

—Tú no me cuentas nada. —soltó el pelinegro, probablemente las cosas habrían sido muy diferentes si se hubiera ahorrado ese comentario.

Will frunció el ceño, le dio un sorbo a su cerveza. —¿Perdón?

—Tu- o sea- no. Yo, yo- yo te conté sobre- sobre el libro, todo, no... Yo confío en ti, tú no en mi. —era de esos momentos en que se arrepentía de haber empezado a tomar alcohol.

Poeta Perdido | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora