Capítulo 11

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Ése día Will se había levantado muy tranquilo, feliz. No estaba preocupado por absolutamente nada. Hasta que abrió su casillero y al ver otro sobre le llego un golpe de realidad que le hizo recordar su problema mas grande.

Sus sentimientos.

Jodidos.

Estúpidos.

Idiotas.

Sentimientos.

De la rabia que le entro le pego una patada a su locker, le empezó a doler de inmediato y todos los chicos que pasaban por su lado lo miraron raro.

Bueno, que se jodieran. Quería verlos en su posición. A ver si no reaccionaban igual que él.

Maldiciendo en silencio empezó a abrir el sobre para leer la carta.

— • —

¿Sabes cuál es la maldición de un alma artista?

 Ahogarse en su propio arte ignorando la realidad, evadiéndola.

Ya no me dejo sumergir tanto, pero he de admitir que a veces... A veces se siente como si fuera una ola que busca arrastrarte, pero no para hacerte daño.

Sino para llevarte a lo profundo del océano donde encontraras paz.

Creo que el problema de nosotros los artistas es no buscar un equilibrio entre esa paz y la superficie.

No vivas dentro del arte.

Has que el arte viva en ti.

— • —

Will suspiro. Como siempre, las palabras del escritor anónimo lograban tocar una parte de él. Tiene cierto poder en él, y "asustado" no era la palabra que describía lo que eso le hacia sentir.

Cerro la puerta del casillero y cabizbajo se fue hacía el auditorio.

. . .

Se supone que los del club de teatro habían quedado de verse a las dos últimas horas, pero como pedido de último momento la profesora Dyer les solicito de urgencia que se vieran después de descanso.

Todos los chicos se reunieron en el escenario y como era habitual empezaron a forma un círculo, se sentaron al ver a la maestra entrar.

—Lo que voy a decir a continuación quiero que se lo tomen con calma... —suspiró profundamente y se acomodó sus gafas—Al parecer tendremos que adelantar la obra para este viernes.

El auditorio se quedo en silencio. Todos los chicos esperando a que la maestra se riera y dijese que era otra de sus bromas.

Eso no paso.

Todos los presentes se levantaron y empezaron a hablar a la vez, por los gritos casi no se distinguía quien decía que.

—¿¡Cómo que para esta viernes!?

—¡Ni siquiera tenemos el guion final!

—Listo, ya está. Haremos el ridículo.

—¿Vieja vos estas loc- —este último comentario que se alcanzó a escuchar fue de parte de Max, quien recibió un codazo de parte de Lucas antes de que pudiera terminar la frase.

Poeta Perdido | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora