(SELENE)
Los rayos del Sol acariciaron suavemente la piel de mis párpados. La brisa otoñal se colaba por la ventana semiabierta de mi cuarto, haciendo que me despertara.
Poco a poco comencé a abrir mis ojos con pesadez, observando cómo caían las hojas naranjas de los árboles del patio trasero.
Con suavidad me senté en mi cómodo colchón y coloqué mis pies en la suave alfombra que adornaba el suelo de madera pulida. Al levantarme, me estiré con fuerza y comencé a vestirme con pereza.
Cuando salí de mi cuarto, aún nadie de mi familia estaba despierto, pues recién estaba amaneciendo. Saludé al servicio de la casa y con prisa me coloqué el abrigo de piel negro, a juego con mi vestido negro, para salir cuanto antes de casa.
Desde pequeña, siempre me gustó ir al lago de Gorguelias para despejarme, volviéndose costumbre el ir a bañarme cuando el Sol salía. Así podía conectar con todos los elementos y lo más importante, conmigo misma. Algo bastante importante en mi religión.
Al llegar al lago, me desvestí lo más deprisa de lo que el corset me permitió. Al tocar el agua, mi piel se puso de gallina, erizando todo el vello de mi cuerpo. Comencé a nadar para así entrar en calor pero el sonido de los cascos de un caballo hicieron despertar mi curiosidad, pues a estas horas nunca pasaba nadie. Levanté mi vista al lado derecho, para observar mejor quien se encontraba encima de ese caballo, cuando pude notar que él ya se encontraba observándome. Al topar miradas, la sangre que se encontraba intentando neutralizar el frío del lago, subió con prisa a mi rostro. Como pude, me tapé con mis manos la parte superior de mi torso y él me dio la espalda con prisa.
—Disculpe, no era mi intención verla... —se excusó rápidamente.
—No... no se preocupe... —contesté tímidamente—. ¿Es usted un sacerdote? —pregunté tras aclararse la garganta—. Durante un tiempo han estado viniendo seguido...
No salía ser tan descarada pero los demás no fueron muy discretos con sus intenciones por lo que deducía que este tampoco lo era.
—No, solo soy un simple comerciante —respondió con una sonrisa fingida.
—¿En serio? —pregunté sorprendida—. Parece más un sacerdote... —añadí, fingiendo estar pensativa.
Sabía que aquello iba a hacerle saltar chispas, ayudando a salir de esta situación, por lo que decidí, ahora que no podía verme, sumergirme y nadar de nuevo a la orilla donde se encontraba mi ropa.
Al llegar a la orilla, me vestí lo más rápido que pude, necesitaba avisar a todos, antes de que nos pudieran pillar.
Primero fuí a avisar a Hannah y a Viktoria, mis dos y únicas amigas. Al llegar a su casa, llame con fuerza y nerviosismo a la puerta, quién me recibió su madre.
—Vaya, Karina, cuánto tiempo. —dijo con alegría— ¿Ocurre algo?
—¿Puedo pasar? Es algo...ya sabes...importante.
Con rapidez, la madre de mis amigas lo captó, por lo que me dejó pasar sin decirme nada más.
—¿Qué ocurre?
—Creo que hay un nuevo cazador de brujas en el pueblo, ¿puede decírselo a Hannah y Viktoria? Es importantísimo que esta vez, no hagamos ningún ritual, no hasta que sepamos que estamos seguras...
La mujer asintió con firmeza y subió a la planta de arriba de su casa. No tardé en escuchar pasos apresurados en dirección a la escalera.
—No. Me. Jodas. —añadió Viktoria con fuerza aún en la escalera.
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ECLIPSE
FantasySi te digo que tu vida está ligada a alguien debido a una profecía. ¿Qué harías al enterarte que es tu mayor enemigo? Adriel y Selene se encuentran envueltos en un amor y odio inexplicables, llevándolos a enfrentarse entre sí. ¿La profecía tendrá r...