(SELENE)
La mañana cayó sobre Gorguelias, y yo desde que pisé mi casa, no había cerrado mis ojos en ningún momento. "Si realmente Adriel quería emparejarse conmigo, ¿qué debería hacer yo?" Esa frase se cruzó por mi mente toda la noche, tenía miedo, miedo de que él al saber mi verdad, no me quisiera, que me delatara ante el santuario y ya no solo a mí, a mi familia, a mis amigas...pero, quería dar el paso, quería abrirme ante alguien que me quiere y por primera vez, sentía que alguien me quería por quién era.
Un poco a regañadientes me levanté de la cama y tomé mi vestido. Seguramente solo estaba montándome historias en la cabeza.
En el lago, me senté sobre una gran piedra a esperar, mientras observaba el cielo como este dejaba de tener aquellos tonos naranjas y rosas, dando paso al color azul. Poco a poco, el frío de la mañana se fue, dejando la calidez típica de primavera, pero Adriel nunca llegó. Decepcionada, volví a mi casa. Claro que él no iba a declararse a mi, fui una ingenua al pensar aquello y sobre todo de haberme hecho ilusiones al pensar que él me veía de esa manera. Cerré la puerta tras de mí y eché un ojo al correo que se encontraba sobre la mesa del recibidor, con la esperanza de que me hubiera escrito una carta con alguna explicación pero obviamente, no hubo nada. Solté un suspiro, frustrada y me encerré en mi cuarto.
Apenas había salido de mi cuarto en la última semana. Lloré bastante, no nos íbamos a engañar. Estaba dolida, pensé que podía ser algo mutuo pero me equivocaba, me ilusioné y me dejé llevar por ello.
Durante esos días, Adriel tampoco me escribió ni vino a mi casa para explicarme por qué no vino. Por otro lado, mi madre tocaba mi puerta cada dos horas preguntando si me encontraba bien, a pesar de que siempre le contestaba que estaba bien, si era sincera no lo estaba.
Me encontraba mirando a través de la ventana de mi cuarto, la cual daba al patio trasero de mi casa. Pudiendo ver como cada día la primavera se habría paso en Gorguelias. En el reflejo del cristal podía ver mi rostro ojeroso e hinchado de llorar casi todas las noches, la delgadez abriéndose cada vez más paso, haciendo odiar mi reflejo. En ese instante, mi madre volvió a tocar la puerta.
—Selene, cariño. ¿Te encuentras bien? —dijo desde el otro lado de la puerta— Voy a ir al mercado dentro de un rato. ¿Quieres acompañarme?
El silencio se hizo durante unos segundos, no quería salir pero tampoco podía quedarme encerrada para siempre. Adriel había continuado su vida, estaba segura de ello, yo debía hacer lo mismo.
Mientras pensaba qué respuesta darle a mi madre, sus pasos se alejaron de la puerta. Con prisa salí del cuarto encontrándome con mi madre al otro lado del pasillo mirándome sorprendida.
—¡Dios mío, Selene! —Mi madre no pudo ocultar la sorpresa ante mi demacración— Ve a bañarte ahora mismo, yo iré a prepararte después.
Tras mi baño, mi madre me había ayudado a colocar mi vestido negro habitual. Me encontraba jugando con la parte baja de las mangas, que eran algo acampanadas al pasar las muñecas, mientras mi madre peinaba mi cabello con suavidad.
—Sabes que puedes hablar conmigo. —dijo mi madre rompiendo el silencio.
—Lo sé mamá...pero ni yo sé cómo expresarlo.
El silencio volvió a reinar entre las dos, dejando paso solo el sonido del pasar del cepillo por mi pelo.
—¿Es por Adriel?
No pude evitar mirarla a través del espejo con sorpresa, pues nunca pude llegar a pensar que se pudiera notar tanto desde el exterior.
—No me mires así, es la primera vez que te veo bailar así con un chico y has bailado con él dos veces. Con los demás chicos que te han sacado a bailar, tu padre tenía que arrastrarte a ellos. —añadió lo último mientras reía— Nunca te vi mirar a alguien así.
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ECLIPSE
FantasySi te digo que tu vida está ligada a alguien debido a una profecía. ¿Qué harías al enterarte que es tu mayor enemigo? Adriel y Selene se encuentran envueltos en un amor y odio inexplicables, llevándolos a enfrentarse entre sí. ¿La profecía tendrá r...