capitulo 8: No hay uno sin dos

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Hace 1 año en la casa de Elizabeth

Sebastián se despertó lentamente, su cuerpo envuelto en unas sábanas con el diseño del líder de los Autobots. Al escuchar a su padre hablando con alguien por teléfono la curiosidad le ganó y termino levantandose, fue hacia el comedor y se encontró con su padre hablando con alguien por teléfono.

T/N: ¿Por lo menos puedes volver a casa un rato? Cada día se te nota que estás más cansada y no puedes quedarte tanto tiempo ahí... Si si se que tienes que firmar muchos papeles y hacer las prótesis pero te extraño... Y Sebastián también te extraña...

Tras colgar la llamada y frotarse los ojos T/N suspiro con un tono preocupado y levemente triste, su esposa estaba muy ocupada con la empresa y últimamente volvía más tarde a su hogar.

Sebastián: Papá estás bien?

La voz de Sebastián era gentil y baja, como la voz normal de un infante de apenas 4 años.

T/N: si, estoy bien, tu mamá va a volver un poco más tarde hoy... ¿Pero que estás haciendo despierto a esta hora?

Sebastián: Nadaa..

T/N: *sonríe* ven aquí mí vida, tienes que dormir que ya son las 2 de la mañana.

El cargo en sus brazos a su hijo suavemente y lo llevo a la cama, lo acurrucó entre las sábanas y luego prendío la estufa debido al frío que había.

T/N (pensamientos): «¿Y si Elizabeth me está engañando con otro? ...... Siempre con esa estúpida empresa de mierda, todo es como una falsa para ocultar una infidelidad...»

Al mismo tiempo en el trabajo de Elizabeth

Elizabeth bostezaba profundamente y apoyo su cabeza en su mano derecha, en su escritorio habían múltiples papeles y varias taza de café vacías. Ella estaba muy, muy cansada y hasta incluso se quedaba dormida de vez en cuando. Su trabajo como jefa de una gran empresa no era nada fácil y debido a eso había días en los que básicamente se quedaba hasta dos días en la empresa.

Elizabeth (pensamientos): «El tiene razón, debo ir a mí casa... Tengo que pasar más tiempo con ellos... Pero no puedo dejar la empresa así como así, y para peor mí suplente está más enferma que mí abuela.»

Elizabeth tocó un botón debajo de su escritorio con el cual llamaría al doctor Joseph Antón, un hombre alto con cabello mitad rubio mitad castaño con lentes y un buen cuerpo. Este último llevaba puesto unos pantalones vaqueros de color gris con un cinturón café, una camisa blanca ajustada con los primeros botones sin colocar y una corbata color negro con lunares azules.

Dr.Anton: ¿Que ocurre, jefa?

Elizabeth: Desde hoy quedas a cargo de esta empresa como mí suplente por tiempo indefinido. ¿Hay un contrato que firmar? Me llamas. ¿Hay un accidente en el laboratorio? Me llamas. ¿Entendido?

Dr.Anton: Si pero... Con todo respeto jefa, no creo que yo deba ser el que se haga cargo de la empres–

Elizabeth: Excelente. Ahora agarra tus cosas y traigas aqui, trabajaras tiempo completo hasta que yo diga lo contrario. *Se va*

Un rato después

Elizabeth volvió a su hogar a las tres de la mañana, abrió lentamente la puerta principal y entro poco a poco. Se sacó la bata de laboratorio y lo colgó en la percha que había junto a la puerta. Miro a su alrededor con intriga, las luces de la casa aún seguían prendidas.

Una esposa un poco extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora