¿Te detendrías a ayudar a un desconocido varado en la carretera?
Por un lado está Mike, un músico de 26 años, moreno, alto, le gusta disfrutar de la vida y por otro lado está Jeremy, apodado como el "Simpático", según Mike, un rubio, de ojos celeste...
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—Descansen, nos vemos mañana —dijo Jeremy, entrando en nuestro cuarto, despidiéndose de los ancianos.
—Nos vemos mañana, duerman bien —me despedí, antes de seguir al rubio dentro de la habitación.
Él dejó sus cosas sobre una de las camas individuales y entró al baño en seguida.
Me tiré sobre la cama vacía, boca abajo, parecía un cadáver, el día había sido intenso y aún no hablábamos con Jeremy desde el bosque.
No sabía que decirle desde que puso mi mano en su gran y duro pecho, «¿"Su gran y duro pecho"? Borra eso de tu cabeza Mike ¿Cuál fue la necesidad de colocar mi mano?» me preguntaba una y otra vez.
—Ahh... —ahogué mi grito en la cabecera. Tomé aire y lo volví a hacer—. Ahh...
—La bañera está desocupado, por si la quieres usar —señaló el rubio.
Con mi grito no había escuchado cuando salió del baño, «¿A caso no disfrutó del agua y los aceites? O ¿Cuánto tiempo estuve ahí tirado muerto?»
Lo escaneé, traía puesto el pijama, tenía su cabello estilando, sus ojos resaltaban aún más, clavé mis ojos en los suyos, recibiendo una sonrisa tan encantadora de su parte, que llegué a maldecir por haberlo mirado en ese momento.
Tomé mi bolso y entré al baño sin decirle nada. Aún me costaba tragar por haberlo visto de esa forma.
Llené la bañera, necesitaba relajarme y pensar un poco las cosas, la tensión que sentía cuando estaba cerca de él, me atraía aún más y me daba miedo.
Me metí al agua y tomé mi celular, necesitaba hablar con alguien.
—Bruja me enamoré —solté cuando contestó.
—No me llames así, para ti soy querida hermana Sol —reprochó.
—Ok, pero ¿me escuchaste lo que dije? —chille.
—Está bien, te enamoraste ¿y? eso es muy bueno, el amor está en todos los seres humanos y sabes que siempre te apoyaré en lo que decidas.
—Lo conocí ayer —aclaré.
—Eres un estúpido, escuchar música tan fuerte está acabando con tus neuronas —comentó, provocando una risa en mí.
—Lo sé, ok, no me enamoré. ¿Me gusta quizás o me atrae o simplemente me agrada? ¿Con esos términos estas contenta?
—No, nadie se fija en alguien que ha visto solo una vez, eso no es ni atracción —explicó.
—¿Por qué te llamé? —me pregunté a mí mismo en voz alta.
—Porque soy tu hermana y psicóloga, sin contar que te quiero enormemente, me alegra que vivas tus emociones al máximo, pero debes ser precavido, eres un joven iluso, además de que cualquiera puede aprovecharse de ti por tu inocencia y sin mencionar, tu billetera —señaló.
