—Chicos, en 30 minutos no vamos —dijo Mario tras la puerta.
Floky ladró de inmediato al escuchar su voz.
Me acerqué a la puerta y la abrí. El perro salió corriendo y se metió a la habitación de los ancianos.
—En 30 estaremos listos —contesté, recibiendo la aprobación del anciano.
Cerré la puerta y caminé hasta la cama, vi a Jeremy tumbado boca arriba, solo tenía puesto el pantalón del pijama, su abdomen estaba descubierto, su piel era perfecta y tonificada. Subí la vista poco a poco, llegando a su pecho, sus brazos, esos con lo que noche anterior me rodeaban. Seguí subiendo hasta su cuello, luego su boca, esa boca que me comía a besos.
Noté como mi cuerpo me estaba traicionando, «No es momento de pensar esas cosas Mike» me reproché, tomé mi bolso y la toalla, me metí corriendo al baño, antes de que Jeremy lo notara.
Abrí la ducha y coloqué el agua helada, deseaba que salieran cubos de hielo por la tubería, necesitaba volver a apagarme, como me iba a estar pasando eso solo por recordar lo que había pasado.
Refregué mi cuerpo intentando quitar las imágenes de Jeremy sobre mí. Me dificultaba tragar de solo recordarlo.
Lo había hecho con Jeremy, con el rubio, que si resultó ser un encanto, con el guapo que estaba en el cuarto tumbado.
Lo había disfrutado enormemente, pero deseaba que la tensión en nosotros no fuera incómoda.
La imagen del rubio desnudo, pensar en que recorrí todo su cuerpo con mi boca, recordar a él besando cada centímetro de mi cuerpo, cada parte de mí, sujetando mi cintura, mi cadera, con tanta suavidad y fuerza, yo arqueándome ante cada envestida de placer, era imborrable.
—Hermana, ayúdame por favor —dije, antes de salir de la ducha.
Tomé el teléfono y le maqué.
—Definitivamente te faltan neuronas, quizás la comida que te preparé no era tan buena —balbuceó cuando atendió el teléfono, la había despertado—. ¿Tienes idea que hora es?
—Ay hermana, no exageres, cualquiera se despierta a las... —me detuve mientras revisaba la hora en mi celular, '02:25' leí—. Perdóname, no te molesto más, lo siento mucho...
—Mmh, que va, espero que lo que tengas que decirme valga la arruga que me saldrá.
—Dormí con él —solté, casi sin pensarlo.
—Eso ya me lo dijiste, contando ovejas —bostezó detrás del celular.
—Bueno... Eso... —me rasqué la nuca—. Creo que hicimos más que contar ovejas.
Percibía que venía el regaño cuando la escuché a ella inhalar una gran cantidad de aire.
—Mike, escúchame bien mocoso, más te vale que no salgas con estupideces, te expliqué mil veces la importancia de cuidarse, las ETS son peligrosas...
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Tiempo de Viaje
Romantik¿Te detendrías a ayudar a un desconocido varado en la carretera? Por un lado está Mike, un músico de 26 años, moreno, alto, le gusta disfrutar de la vida y por otro lado está Jeremy, apodado como el "Simpático", según Mike, un rubio, de ojos celeste...