– ¡Listo! – dijo Mario cuando estuvo a nuestro lado –. Ahora, a ver esas olas.
– ¿Vamos a ver el mar? – pregunté entusiasmado.
– Bájale 2 rayitas, mira que está que llueve y es peligroso – me dijo el Simpático –. No podrás mojarte.
– ¿Quién dice que no? – desafié –. Si hay agua, nada me lo impide.
Marta nos miraba y se reía, de verdad éramos como unos niños pequeños.
Nos volvimos a subir al coche y Mario contaba anécdotas de sus viajes cuando pasaban por aquí.
– Siempre nos quedábamos una noche en esta bella ciudad, pero como debemos llegar hoy a Roma, hemos hecho el recorrido más rápido – dijo él.
– Lo agradecemos enormemente, pero si se les hace más grato, déjennos aquí, desde aquí podemos tomar cualquier autobús a Roma – dijo Jeremy.
– ¡Que va!, dijimos que iríamos con ustedes y nos vamos con ustedes, que es eso de medio día, habiendo días enteros – interrumpió Marta.
– Estaremos siempre agradecidos – dije.
Seguimos escuchando las historias, hasta que Mario estacionó en la costa.
Nos bajamos para acercarnos al agua.
– Será mejor colocarnos una chaqueta, cariño – dijo Mario –. Ya comenzaron a caer gotas.
Comenzó a caer una pequeña llovizna, miré a Jeremy que seguía con su abrigo.
– ¿No trajiste otra cosa? Eso quedará empapado – le dije, él solo se encogió de hombros.
– Toma querido, que lo que menos queremos es que te enfermes para tu gran reunión de hoy.
– Siempre preparados – dijo Mario.
Jeremy abrió el paraguas que le habían pasado en ese momento y se posicionó bajo él. Así pudimos caminar sobre la arena y poder ver el mar más de cerca.
– Es maravilloso pensar que tienen el placer de pasar por este lugar cada vez que van a ver a su hija – dijo el rubio –. ¿Ella ya sabe que están por llegar?
– Debe saberlo – contestó Marta con nostalgia, se aferraba más a Floky que tenía en sus brazos.
– ¿Han hablado con ella? – pregunté.
– No podemos hacer eso – contestó Mario.
Con Jeremy nos miramos, entendimos que la historia que creíamos, no era como la pensábamos.
– ¿Como así? – se adelantó –. Si es que se puede saber, claro.
– Queridos, claro que pueden – agregó la anciana, dedicándonos una sonrisa.
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Tiempo de Viaje
Romansa¿Te detendrías a ayudar a un desconocido varado en la carretera? Por un lado está Mike, un músico de 26 años, moreno, alto, le gusta disfrutar de la vida y por otro lado está Jeremy, apodado como el "Simpático", según Mike, un rubio, de ojos celeste...