VII

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Londres
1706
Gabriella

No dice nada. Está solo pensando en mi contestación. Siempre me ha gustado ser sincera y poner las cartas en la mesa ante todo.

Aún si tenga que casarme en forma de sacrificio, podré ser su esposa, podré ser la madre de sus hijos, podré ser su amiga sin embargo, nunca tendrá mi corazón.

Ese músculo que se agita cuando le ve a él, solo le pertenece a él, a ese hombre sin rostro, a ese fuerte y grande hombre misterioso.

—Interesante confesión milady, ¿dice entonces que debo no solo luchar contra sus nulas ganas de casarse, sino contra un hombre que ya es dueño de su corazón? —Voltea a ver por la ventana y noto cómo tiene la mandíbula tensa—. Me está poniendo las cosas muy difíciles.

—Usted es quien insiste en comenzar este juego...

—Yo no le llamaría juego, más bien le diría cortejo. Formalmente hoy comienzo a cortejarla y no voy a dar un paso atrás, puedo luchar contra todo por...

—Me hace sentir usted halaga alteza debo admitir. Sin embargo, mis valores morales me piden y ruegan que le advierta sobre algo —añado y Jairus busca mis ojos con curiosidad.

—¿Algo? ¿Sigue habiendo más? ¡Oh por dios!

De tantas cosas que dice solo opto por reír.

—Disculpe por causarle tanta ansiedad alteza. La advertencia que le haré tiene que ver conmigo, con algo personal.

Y con esas palabras sucede que no deja de repararme a la expectativa.

—No haga esto. No soy la mujer que usted busca o quiere. Usted merece algo mucho mejor que yo.

Su ceño se frunce y me mira con suspicacia.

—¿Algo mejor que el diamante que debutó esta temporada? ¿Hija de duques? ¿Hermosa como un ángel? ¿De buenos modales? ¿Una muchacha honorable?

Sus preguntas me dejan callada, no logro encontrar algo con lo que replicar. Es obvio que no voy a contarle mi realidad, pero por otro lado tampoco voy a dejar de advertirle que está a tiempo de dar marcha atrás.

—Yo hice mi parte majestad —destaco y justo cuando él entreabre sus labios para hablar, llegan mi hermana y el duque.

La misma le da a mi sobrina a su institutriz y camina hasta donde estoy. Padre nos invita a todos a sentarnos y lo hacemos.

—¿Por cuánto tiempo la cortejarás? —pregunta serio.

Antes charlaron a varios metros lejos de mí y aunque sabía que estaba pidiendo permiso para hacer los cortejos, vi el rostro de orgullo de mi padre.

Por años solo he visto a un padre distante y sobrio. En su situación cualquiera hubiese echado de la casa a mi hermana por tal acto desvergonzado, pero él nunca le dio la espalda y aunque ya no es el mismo, su amor por nosotras es muy evidente.

Está orgulloso de tener a un príncipe en su casa.

Después de todo, ¿qué padre no lo estaría cuando solo hace menos de veinticuatro horas que su hija debutó?

—Espero que sea poco, debo casarme cuánto antes. Yo realmente estoy enamorado de su hija —expresa mirándome.

Hago un leve mohín por su elección de palabras.

—¿Cómo podéis decir que estáis enamorado si la conocisteis ayer? —increpa Jaclyn con sorna.

Abro los ojos como platos, ella jamás ha sido tan abierta para hablar y menos con un hombre.

Su elegida por limitar Lo Prohibido IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora