Gales
Gabriella
1706La noche llegó y con ella la inquietud me carcomía. Lenna y yo nos habíamos quedado sin opciones. Allá no sabíamos cómo iba a ser todo, que la ceremonia fuese allá nos dejaba de brazos cruzados irremediablemente.
Habíamos pasado horas hablando y planeado lo que sucedería, pero todo era a ciegas. A pesar de todo mi amiga prometió que al llegar media noche ese día, él estaría ebrio. Lo ratificó tanto que hasta hubo un momento en que le creí.
Pero al dejarme sola en la alcoba, mi mente comenzó a recrearme posibles escenarios donde él me devolvía a mis padres por inmoral. Sus posibles expresiones de asco reflejadas en su rostro, las mismas que hacían mis músculos tensarse con solo idear que llegase a saberlo.
Él iba a descubrirme, yo tenía ese presentimiento.
Los toques en la puerta me alertan y hacen que me enderece en la cama. Es casi media noche, no creo que sea Lenna para ir allá, no habíamos acordado ningún encuentro o salida y hace solo dos horas nada más que salió de aquí.
—Adelante —digo y la silueta de mi madre aparece ante mi vista.
Está en camisón al igual que yo, no es común en ella aparecer a estas horas en mi recámara, pues desde las nueve de la noche se encierra con padre en su alcoba ducal.
La sonrisa nerviosa que esboza me deja ver varias cosas. Y al caer en cuenta lo que sucederá, siento que me dan náuseas.
Mañana partiremos a Gales, en días será la boda.
Mi madre está aquí para tener esa charla.
¡Demonios!
—¿Puedo sentarme? —pregunta dudosa.
Me raspo la garganta al verla tan inquieta, jamás había visto a mi madre tan fuera de lugar y eso es mucho decir. Stella es el tipo de mujer que se adapta a todo tipo de situaciones.
Véanla aquí.
Se me acerca y por la poca nitidez de la luz, de lejos no podía apreciar el rubor de sus mejillas, pero al acercarse sí.
Se sienta en el borde de la cama y me enfoca.
Está en silencio solo mirándome.
—¿Qué sucede madre? —inquiero haciéndome la ilusa.
Traga grueso y vuelve a ampliar sus labios en una sonrisa titubeante.
—Es la última noche que pasarás en casa, quería charlar contigo —explica y aunque muero por reír a carcajadas por verla tan desesperada, me muerdo las mejillas internas.
El sexo no debe ser algo tabú, y estas son las razones.
El desconocimiento te hace víctima de muchas cosas, yo fui una de ellas.
—Está bien madre, aún es temprano —le digo actuando con normalidad.
Muero por escuchar lo que tiene que decir al respecto de la primera noche de matrimonio.
—Verás hija, luego de la boda como bien sabes llega la luna de miel...
Espera mi asentimiento para continuar.
—En esos días estarás todo el tiempo con tu esposo haciendo...
Elevo una ceja a punto de reventar a carcajadas por sus facciones. Está totalmente nerviosa e inquieta, la piel de su rostro está roja como un tomate maduro.
—¿Haciendo? ¿Qué se hace madre? —inquiero mostrándome curiosa, jugando con su ansiedad.
Pasa saliva y evade mi mirada. No deja de mover sus manos.
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Su elegida por limitar Lo Prohibido II
Historical Fiction¿Podría alguien sentir cosas a una persona sin siquiera poder escuchar su voz, o ver su rostro, o tan siquiera ni saber su nombre? Es mi caso. Estoy atraída de un hombre que solo veo en las noches desenfrenadas, por un lado corro el peligro de ser...