XII

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Londres
1706
Gabriella

Mis ojos miran un punto fijo en la pared. La oscuridad de los pasillos en la casa es siniestra, pero no me asusta en lo absoluto.

—Anda —dice Lenna y busco su mirada.

No dejo de pensar en qué sucederá si él me rechaza, si él niega o me hiere de alguna forma. No sabría como reaccionar, me conozco y aunque realmente para muchas cosas tenga mucho temperamento, para otras soy tan sensible como un cristal.

Su mano me toma y me jala fuera de mi recámara. Cierra la puerta tras de mí y ambas salimos juntas por los recovecos de la mansión.

Nuestras pisadas no hacen ruido, lo único que escucho son mis furiosos latidos en mi interior.

Estoy nerviosa.

Ella aún sostiene mi mano casi guiándome por los pasillos que yo conozco y transito desde que aprendí a caminar. Sin embargo, sé lo que trama.

Lenna es de esas amigas que te ayudan a superar tus mismos obstáculos, de esas que están ahí para verte crecer ante ellos e imponerte. Pero al bajar al ala de criados me detengo de golpe.

No puedo.

Mi doncella y mejor amiga se gira toscamente.

—No podemos estar aquí y menos charlar —opina murmurando.

En su rostro lo veo todo plasmado. Ella sabía que yo no iría, mas quiso apoyarme en mi decisión.

—No iré —hablo encontrando solo esas dos palabras.

Ella no necesitará razones. Me dedica un mohín y se cruza de brazos, la poca luz nocturna se escabulle por las ventanas de la mansión dejándome ver su perfilado rostro.

—Descansa. Hablaremos mañana —es lo único que dice antes de girarse para seguir su rumbo hasta su habitación.

Pero un ruido la detiene a ella y a mí me hace sobresaltar. Una silueta masculina se cierne sobre ambas haciéndonos casi palidecer.

—¿Gabriella? —pregunta la firme voz de padre.

—Ohh —suelto una exclamación al hacerme notar asustadiza—. Nos diste un buen susto.

Llega hasta nuestro lugar y veo a Lenna bajar la cabeza ante su autoridad. Ella siempre ha sido así con él.

—Excelencia —le saluda en un tono simple.

Padre la repara de abajo a arriba como si a ella no la hubiese notado antes.

—¿Sucede algo? —pregunta con un matiz de preocupación tiñendo su voz.

—No, solo quería un poco de leche tibia y para no despertar a Gloria fui en búsqueda de Lenna —miento con naturalidad.

El duque que me dio la vida asiente comprendiendo.

—No demoren, no son horas para estar despierto —sermonea tal cual siempre hace.

Sonrío y comienzo a caminar, pero ahora es que percibo la ropa que está usando mi progenitor.

—¿No dormíais padre? —le pregunto haciéndolo voltearse para contestar.

Usa un traje a medida como si estuviese fuera en algún club. No sabía el hecho de que padre saliese en las madrugadas.

—Solo reuniones con varios nobles hija, nada de que preocuparse —afirma en tono neutro.

Elevo una ceja comprendiendo que no dará más detalles al respecto.

Su elegida por limitar Lo Prohibido IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora