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La reunión se extendió más de lo que habían pensado más chicas, se habían comprado una torta helada y la compartieron entre todos, entre risas, charlas largas y pocas copas de vino. En un punto, hicieron videollamada con Mateo, quien tenía a su hermana bebé entre brazos, y a su hermano menor durmiendo en su regazo, de fondo se escuchaban a sus otros hermanos dando vueltas.

Cerca de la media noche, estaban todos esparcidos por la casa de Blas, por parejas, evidentemente. Pipe se había quedado dormido en el hombro de Lucía, quien le acariciaba el cabello ajeno mientras miraba su celular; Enzo estaba dormido en el sofá al lado de Francisca, quien se había dormido sentada; Juani, Simón y Ema estaban comiendo lo que sobraba de torta helada; Kuku disfrutaba de los mimos que Isabella le daba; Blas lavaba con ayuda de Santiago y de Nahiara, y Manuel y Santina hablaban afuera, compartiendo un cigarrillo.

- Él es un hijo de puta, y te juro que te entiendo. - Dijo Manuel, mirando a su amiga. - Creo que sos una piba que merece al mejor hombre del mundo, porque tenés muchísimo para dar.

- Yo a él le dí todo y mira lo que me da.

- Pero no hablo de coger, Santu. - Se miraron fijo un instante, mientras el pucho pasaba de mano en mano. - Tenés mucho para dar, y hablo de que sos graciosa, sos dulce, sos amorosa, sos inteligente, tenés miles de virtudes, y la verdad es que me gustaría que alguien sepa verlas todas y pueda estar con vos cómo es debido. Que te cuide y que te valore como te lo mereces. - Santina bajó la mirada. - Yo sé que a vos te duele, y no te digo "ay, hace como que no te duele", pero en vez de pensarlo tanto... Disfruta el año y medio que nos queda, boluda, si querés ponete con él, o cogetelo o volvete la mejor amiga, no sé. Pero dejá de enfocarte tanto en el miedo que te da engancharte, porque eso hace que te enganches más. Dejate llevar.

Santina miró a los ojos a su amigo antes de sonreír ampliamente y rodear sus hombres en un abrazo. Manuel acarició el cabello de su amiga de forma amorosa, buscando generarle el consuelo que necesitaba.

- Si Blas no se fija en vos, es un pelotudo. - Dijo la rubia, haciendo que el rizado ría, sonrojado. - Y hablando de...

Al separarse del abrazo, Manuel giró para dónde estaba mirando Santina, encontrando su mirada con Blas, quien había pretendido no haber estado mirando.

- Voy para adentro, suerte. - Dijo en tono bajo Santina, antes de entrar.

Blas se acercó a él cuando Santina entró por la puerta, se encontraron ambos con los antebrazos apoyados en el barandal, mirando afuera.

- Hace frio para que estés acá sin abrigo. - Dijo Blas.

- Quiero aprovechar los últimos tiempos del frío, antes de que llegue el verano. - Sonrío Manuel. - No hace tanto frío, además.

- Te quiero mostrar algo. - Blas se enderezó del borde, en lo que Manuel lo observaba confundido. - Vení.

Blas guío al rizado más bajo por su casa, hasta llegar a las escaleras que iban a las habitaciones, enfrente del living. Lucía arqueó la ceja cuando vió que subían juntos, ganándose la mala mirada de Manuel.

La situación era sumamente malinterpretable, porque literalmente habían subido a su habitación. Blas cerró la puerta detrás suyo cuando ambos estuvieron adentro, se agachó debajo de su cama y sacó un cajón viejo, rebalsado de vinilos de rock nacional.

- ¿Sos joda? - Manuel al instante se agachó para ver, con una expresión de shock y los ojos brillantes, como si fuese un niño con un juguete nuevo, provocando la sonrisa de Blas. - Dios, tenés literalmente toda la discografia de Soda, Cerati y Spinetta, sos un hijo de puta. ¡Tenés Lalala con Fito! Sos un enfermo de los vinilos.

gorgeous ♟️; Juani Caruso / male readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora