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Martina abrazaba por la cintura a Alfonsina, desde atrás, quien trataba de terminar de preparar las ensaladas, siendo desconcentrada por la rubia.

- Que lastima que Mía se tuvo que ir. - Dijo Francisco, ganandose la mirada confusa de Mateo.

- ¿La amiga de Blas iba a quedarse también? No nos contó... - Dijo Mateo, mirando a Martina también.

- Sí, no sé, al parecer está en onda con Juani o algo así entendí. - Dijo Sina.

Mateo miró a Martina, con los ojos llenos de decepción y de angustia, pero rápidamente los apartó y se fué de la cocina.

Le robó la cajetilla de cigarros a Manuel y se puso a fumar en el patio, mientras terminaban de preparar la carne. De reojo, al pelirrojo se le escapó una sonrisa viendo a Esteban y a Isabella.

Isabella estaba hablando con Enzo y con Santiago, quienes estaban ambos en la mesa, y Esteban se dedicaba a contemplarla, a contemplar como gesticulaba y como hablaba. Mateo era el primero en oir a Isa cuando ella dudaba de los sentimientos de Esteban, y a pesar de que a Mateo le gustaría reconfortarla solo con palabras, la única forma de que ella entendiese que Esteban realmente la amaba, era si lo pudiese ver desde afuera. Mateo sabía que si Isa pudiese ver desde su perspectiva el brillo en los ojos de Esteban cuando ella habla, lo mucho que disfruta estar apoyado en su hombro, como se le iluminaba la cara cuando recibía un beso en la mejilla de ella y como él la seguía con la mirada de forma protectora a cualquier lado que fuese, entendería que no hay forma de que Esteban no la ame de la forma más hermosa que exista de amar. Era un tipo de amor especial, uno que, al menos Mateo, no ve siempre. Esteban la mira de una forma específica a Isabella, que de alguna forma logra transmitir algo más profundo que las caricias que le daba en sus manos como muestra de amor físico. Isabella no puede creer el hombre que tiene a su lado, para ella, es un sueño.

La mirada de Mateo se fue a Francisca, quien tenía el brazo de Enzo abrazándola por los hombros. Era curioso, para Mateo, la conexión que ellos habían entablado. A pesar de que la había conocido hacía poco, le llamaba la atención como Enzo se reconfortaba ante el mínimo tacto que Francisca tenía con él. Notaba como Enzo se relajaba cuando las manos de la chica acariciaban el cuero cabelludo ajeno, como su cuerpo se destensaba cuando las uñas de la chica cariciaban su brazo de arriba hacia abajo, y como sus ojos liberaban chispas cuando él la miraba.

Le gustaba ver a sus amigas felices, con los chicos que les gustaban, verlos juntos, pero le angustiaba no tener lo mismo, no tenerlo con Juani. ¿Porqué? Nunca se había puesto a pensar en que exisitía la posibilidad de desarrollar sentimientos por Juani, pero ahora que había sucedido, le angustiaba que aquello inminente fue lo dado: Juani no estaba interesado en él. 

- ¿Me das? - Pidió Santina, parándose a su lado. Mateo le pasó un cigarrillo y se lo encendió. - ¿Qué onda tan bajón vos? Estabas re emocionado antes de venir y ahora estás acá.

Mateo se alzó de hombros, mirando al grupo charlar antes de hablar. - No sé, me bajonée un toque. 

- ¿De qué te enteraste?

Santina lo conocía bien, sabía que no se había puesto así por nada del mundo, no por algo aleatorio. Mateo miró al suelo mientras daba pequeños golpecitos en el cigarro para quitarle los restos de ceniza y suspiró el humo por la nariz.

- Aparentemente, Juani se está chamuyando a Mía, a la amiga de Blas. - Explicó Mateo. - No me tendría que importar... Y me jode mucho que me importe tanto.

- No controlamos quien nos gusta, Teo. - Dijo Santina, buscando su mirada y luego mirándo a Simón a lo lejos. - Sabés desde donde te lo digo.

- Sí... Me jode que la forma de darme cuenta sea enterandome de esto, y así, de esta forma. - Volvió a suspirar mientras apagaba el cigarrillo en la pared. - Ya está, es humillante estar así.

- Tenés que permitirte estar triste. - Dijo Santina mientras lo veía a Mateo alejarse.

Mateo se sentó en la mesa, observando de frente como llegaba Blas hacia Manuel, ambos sonriendo por la presencia del otro, Mateo sentía que el romance lo perseguía, ya que al girarse, encontró a Pipe dándole de probar pedazos de carne a Lucía y a Santiago acariciando la mano de Nahiara. Mateo suspiró, poniendose de pie. 

- Me voy para casa. - Le avisó a Nahi, a quien tenía al lado.

- ¿Por qué, gordo? - Interrogó la menor con confusión y algo de preocupación.

- Más tarde hablamos, tranqui.

Al despedirse de todos, Blas le pidió a su mejor amigo que le abriese, ya que estaba bastante ocupado charlando con Manuel, quien de lejos miraba preocupado a su amigo. Juani caminó con Mateo por el pasillo de la casa de Blas, solo se oía el tintineo de las llaves.

- ¿Qué pasa que te vas tan de golpe? - Preguntó Juani, en tono tranquilo.

- Necesito ir a cuidar a mis hermanos, no estoy acostumbrados a dejarlos solos. - Mintió el pelirrojo cuando Juani abría la puerta. - ¿Vos estás en onda con Mía?

- ¿Con Mi? - El apodo le hizo hervir la sangre a Mateo. - No, no, estuvimos en onda en segundo, pero ahora ni ahí, al menos de mi parte. - Juani buscó la mirada de Mateo, pero él la evitaba rotundamente. - Mate, ¿Te estás yendo por eso?

- ¿Mm? ¿Porqué pensé que estabas con Mía? - Dijo Mateo, fingiendo desconocimiento de su angustia. - No, no, para nada. - Dijo, finalmente mirandolo a los ojos.

Mateo, con una pequeña mirada, observó a su alrededor, dispuesto a empezar a irse. Le extendió la mano a Juani, esperando que el de musculosa la estreche. Juani miró su mano, lo miró a él y embozó una pequeña sonrisa.

- Mirá, creo que nunca en mi vida conocí a alguien que me mienta tan mal. - Rió ligeramente Juani.

El rizado le tomó la mano con la propia y jaló su cuerpo al de él, su otra mano subió a la mejilla del pelirrojo cuando unió sus labios en un breve beso, dejando estático a Mateo, y provocando que el calor suba a todo su rostro, haciendo evidente su sonrojo y logrando que Juani se ría.

- ¿Seguro que vas bien caminando? Te puedo pedir un auto. - Dijo Juani, soltando la mejilla y la mano adversa. 

- No, no, no, no. Tranqui, no vivo lejos. - Dijo en excesiva velocidad Mateo, volviendo a hacer reír a Juani.

- Avisame cuando llegues. - Pidió el oji azul, mirando fijo a los ojos al chico, quien hizo un sonido de asentimiento.

Volvió a mirar para los lados, y se acercó de nuevo a Juani para tomarle ambas mejillas para plantarle un beso, ahora un poco mas largo que el anterior. Este se profundizó cuando la mano de Juani se enterró en el cabello ajeno, presionandolo hacia él. Con delicadeza, Juani lo alejó, sonriente.

- ¿No te da quedarte? - Preguntó Juani con tono de súplica.

- Mirá, te diría que sí, pero ya me despedí de todos. - Dijo Mateo, provocando una risa en ambos.

- Mañana nos vemos, entonces... - Sonrió de nuevo el rizado, uniendo sus frentes suavemente, acariciando su nuca.

Las manos de Mateo resbalaron por sus mejillas y se desprendieron de estas con una caricia, se puso la capucha de su buzo antes de voltearse para empezar a caminar. Apenas su rostro no fue visible para el rizado, embozó una amplia sonrisa mientras sus mejillas volvían a hervir en un sonrojo.

Mientras caminaba a su casa, las chicas leían los mensajes que les mandaba Mateo y se miraban entre todas en shock, tratando de evitar mirar de forma muy evidente la sonrisa estúpida que se cargaba Juani.

gorgeous ♟️; Juani Caruso / male readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora