013.

540 84 5
                                    






" El Descontento de la Muerte"
✼  ҉  ✼  ҉  ✼


Helia entra en la Cámara del Consejo Jedi sintiéndose irascible. Reconoce que la amarga emoción que le consume desde dentro no es únicamente suya, sino que le pertenece a la Muerte, pero aún así no lucha para repelerla. Una parte de Helia también está ofendida y no siente la necesidad de impedir que otros lo noten.

La calidez de la noche, de la compañía de Ahsoka y Cody, de las luces nocturnas de Coruscant: de su extraño bar y su música confusa y tan diferente a todo lo que ha escuchado en el pasado, de sus bebidas coloridas con sabores peculiares, todo se disipa para cuando ella se adentra en la sala, dejando sólo su lengua rasposa. Incluso la presión de la mano de Skywalker alrededor de su brazo desaparece y su presencia en la Fuerza queda olvidada detrás de las puertas cerradas (para descontento de Skywalker), y esta vez se trata de un descontento compartido, incluso si las razones no son las mismas para ambos.

A Helia no le alegra mucho el que sólo la reciban los Maestros Windu y Yoda, con Obi-Wan también presente, pero con el resto del Consejo reluciendo por su ausencia.

Ni siquiera están aquí en sus peculiares formas azuladas, esos hologramas, como ellos les llaman.

Ninguno de los presentes se toma la molestia de ocupar sus asientos tampoco, y el hecho de no dejarla sola en el medio de la sala ya es, de por sí, un acto de cortesía forzada por la naturaleza apresurada de su reunión.

Helia siente, sin caer en exageraciones, que las ventanas podrían estrecharse en cualquier momento y el círculo podría cerrarse a su alrededor, amenazando con engullirla.

Ella toma una respiración profunda.

Le importa poco que puedan pensar los Jedi de su reacción cuando hay otras cosas que reclaman su atención.

La Muerte la está llamando, desesperada por que Helia se erija en la defensa de un dominio que, debido a los lados que les unen, también le pertenece.

No se siente tan cómoda al pensarlo, pero no le son ajenos los berrinches de la Muerte, ni sus constantes recordatorios de señoríos y defensas.

La presencia de Qui-Gon palpita por el rabillo del ojo con la misma intensidad del llamado de la Muerte sacude sus entrañas. El difunto Jedi está tan preocupado como ella, incluso se atreve a suponer que –tal vez– su preocupación sea mayor a la suya, por razones que se guarda para él mismo.

Él lo ha sentido, desde su mundo moribundo hasta este con más vida, y ha llegado hasta ella, incluso cuando Helia se había alejado a propósito, escudándose de cualquier presencia de la Muerte y sus vástagos cercanos a ella, rechazando ver los augurios de muerte futura, presagios de dolor, o los fantasmas entre la gente.

No se había escondido del todo, Helia simplemente los había echado de sus horizontes, sin estar deseosa de precipitar los pasos de la Muerte por un par de horas.

Y Qui-Gon, siendo siempre el fantasma más insólito y extraño con el que Helia se ha cruzado jamás, decidió reclamar más de ese título mostrando su visibilidad ante sus ojos.

Qui-Gon había alcanzado el colgante de Helia, la Piedra de la Resurrección, y la había enredado en sus dedos, aquellos forjados de su presencia celeste y fantasmal. Con esa acción, él había desafiado el silencio que Helia le había impuesto.

ENDLESS BURDEN  [HP][Star Wars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora