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" Tus sueños vienen a atormentarme "
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Helia no habría esperado encontrar a Skywalker en su casa al regresar, pero tampoco es una sorpresa inesperada por completo el que siga aquí aunque ya hayan pasado horas desde que ella le dejó en compañía de Echo.

No le es difícil adivinar que el muchacho ha estado curioseando alrededor de la casa y ahora se ha topado con algo que no debería de haber visto. Sin Ahsoka a la vista, debe de haberle sido mucho más sencillo el escabullirse, Helia supone que así es como ha logrado colocarse en esta posición por sí solo.

No sería la primera vez que Skywalker le ve con esos turbulentos ojos azules llenos de amargura, aunque sólo para ella. Sin embargo, hay algo más que amargura en esta ocasión y no es a ella a quien miran.

Hay una razón por la que ha guardado el espejo en un armario al azar. Helia no ha tenido la intención de verlo, es el valor sentimental lo que le hizo tomarlo sin permiso ni anuncio y quedarselo como si fuera un espejo de bolsillo. No piensa en el espejo tan a menudo como lo hizo alguna vez, el sentimentalismo de una versión menos aguda y más pueril es lo que le resguarda para lo que Helia es ahora.

No habría creído que otros le verían tampoco. Kreacher nunca ha tenido mucho interés por el espejo. Helia lo vio limpiándolo una vez, pero pasó de largo de él como si simplemente hubiera sido otro objeto más para limpiar en la casa.

No se le ha dedicado una segunda mirada desde entonces.

Hasta ahora.

El Espejo de Oesed siempre ha tenido la habilidad de moverse a su antojo. Una vez lo hizo en Hogwarts, apareciendo en un aula en desuso de la escuela, que fue justo donde Helia se cruzó con él. Luego había estado en la Sala de Menesteres, y se le creyó perdido junto con otros numerosos objetos después de la Batalla de Hogwarts –Helia no dijo nada para corregir tal creencia–. No muchos echaron de menos su presencia, pocos sabían que estuvo allí para empezar.

Sin embargo, el espejo no se había movido de su armario desde que Helia lo colocó allí por primera vez. Con solo Kreacher y Helia, y su desinterés por él, tales sentimientos no debieron de haber tentado a la magia del espejo, por lo que estuvo quieto todo este tiempo, hasta que otro corazón se presentó, uno con un deseo profundo y desesperado.

No había llamado a Ahsoka ni a Obi-Wan, ni a Cody o Echo. Ningún deseo que ellos puedan sentir ha sido tan atrayente para que el espejo buscase tentarlos, por ello se ha quedado quieto y silencioso incluso con su presencia rondando la propiedad.

Pero ahora el espejo ha visto adecuado aparecer en una habitación menos atrapada, con ventanas y cortinas abiertas, y el esplendor de las velas mágicas alumbrando lo suficiente en su dirección.

Ha atrapado a una nueva víctima de sus anhelos.

Helia observa la fragilidad en la expresión del General Skywalker, esa pizca de sorpresa que lo mantiene congelado en su lugar. Sus ojos se fijan en la superficie reflejante del espejo, tan limpia, tan llamativa. Lo que él ve allí es un misterio para ella, y Helia, por todo lo que parece despreciarla el Jedi, no pregunta.

En lugar de eso, ella mira el espejo.

Se siente pesada al dar sus pasos –intentos silenciosos de su cuerpo y mente–, y se queda tan quieta como el General.

Helia ya no ve nada.

No están sus padres sonriéndole, la vida que nunca había conocido pero que siempre había anhelado. Tampoco está su mano estirando para mostrarle que en su bolsillo está la Piedra Filosofal –ese sueño se ha ido incluso antes que el otro–. No ve un fragmento de paz anhelada. Ni siquiera se ve a sí misma envejeciendo, rodeada de sus amigos, –un sueño tan olvidado como cualquier otro–.

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⏰ Última actualización: Sep 12 ⏰

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