008.

982 132 23
                                    






" Bella Muerte "
✼  ҉  ✼  ҉  ✼


Helia.

Helia.

Helia.

La bruja mira hacia un costado, luego hacia el otro.

No hay nada allí y tampoco habría esperado que lo hubiera.

Pero el murmuro persiste con su nombre siendo derramado por las voces de su pasado; por los fantasmas que ha dejado atrás.

La voz llega sobre un hombro, luego sobre el otro, más cerca de su oído esta vez y susurra su nombre.

«Helia, Helia», viene acompañado con el sonido de un reproche: «Ellos te han estado llamando».

Helia se queda quieta, ya sabe lo que sigue, pero también reconoce lo inusual de una visita suya en un momento como este.

La ha acorralado aquí, como en los viejos tiempos cuando la arrinconaba tras sus marionetas –ojos rojos y oscuros—, sólo que los hilos se han torcido y enredado y ahora sus lugares se han invertido ligeramente.

La anterior presencia del General Skywalker se siente muy distante, como si hubiera estado aquí hace años y no hace menos de un minuto.

Entonces la Muerte se materializa frente a sus ojos, formándose de las sombras enraizadas de la habitación del templo, no hay nada olvidado o maldecido en las franjas de oscuridad que ha tomado, es sólo su sombra, pero sigue siendo tan temible como suele ser para los ojos mortales.

Helia se acerca sin mucho ánimo a ella, pero piensa que tal vez pueda obtener algunas respuestas ahora que está aquí.

La ve dar las pisadas, pero no se escuchan ni resuenan contra las paredes, hay más ruido en las sombras arremolinándose en su capucha como un sudario de oscuridad.

La Muerte posee un rostro familiar para Helia, aunque más en calma de aquel que imita, rodeada de sus sombras oscuras y grisáceas.

Su elección de rostro siempre la ha irritado.
Es su propio rostro con el que se reviste, tratándolo como una máscara finamente elaborada con piel y pigmentos exactos.

Sin embargo, su rostro robado ahora tiene un aspecto más joven del actual, y no es tan exacto como suele ser, esta vez es más parecido a la niña que vivía en la alacena debajo de las escaleras que a la muchacha que observó esa misma alacena por una última vez.

Sin cicatriz, también.

Y cuando se acerca más, Helia se da cuenta del juego que la Muerte está haciendo con los rasgos de su rostro, cambiando el color de sus ojos: verde y azul, acabando en un dulce tono marrón oscuro. Sin embargo, no lleva gafas como las que Helia usó durante los años anteriores a su muerte en el Bosque Prohibido, y el cabello de la Muerte también ha cambiado, pasando de esa imitación rojiza que suele preferir a un profundo tono marrón oscuro. La capucha de sombras cubre la mayor parte del cabello de la Muerte, a excepción de unos pocos mechones que se esparcen por sus hombros.

El cambio debería hacerla sentir mejor, pero sólo la inquieta más. ¿Por qué? No lo sabe.

Tierno y joven, el rostro de la Muerte carece de la inocencia que un rostro infantil debería representar. Le molesta más de lo que nunca le ha molestado ver un reflejo exacto de su propia apariencia.

      —Jugar con el rostro de alguien es descortés, querida Muerte.

Su cortesía está bañada en ironía. A ninguna de ellas le importa demasiado o en absoluto.

ENDLESS BURDEN  [HP][Star Wars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora