CAPÍTULO 03

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Mila

Mis ojos se abren mientras siento una tela caliente en mi mejilla. Ruedo hacia mi costado, mi visión se ajusta a la habitación tenuemente iluminada para ver a Jax parado sobre mí mientras me limpia el rostro. Me quedo allí estudiando su ilegible expresión, con sombras jugando a través de ella. Creo que podría estar soñando, así que extiendo la mano para tocar su mejilla y rozar mi dedo por su cicatriz.

Deja de pasar la tela por la mejilla y me doy cuenta de que no estoy soñando en absoluto. Voy a retirar mi mano, pero se apoya en mi toque. Continúo acariciando su cicatriz, asombrada por el contraste de la suave piel y la incipiente barba.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto. Está en mi habitación. No recuerdo mucho más después de poner mi cabeza sobre su hombro y quedarme dormida. Es un terrible hábito. Trabajo hasta que el cansancio me toma y luego estoy muerta para el mundo. A veces podría colapsar durante veinticuatro horas sin despertarme.

—Cuidando de ti —dice simplemente, como si lo que está haciendo fuera lo normal. Aparto mi mano de su rostro, extrañando el contacto al instante. ¿Qué tiene este hombre que me llama y me hace sentir a gusto y a salvo?

—¿Me quedé dormida con el maquillaje puesto? —pregunto, ya sabiendo la respuesta. Mi almohada probablemente estará cubierta de él. Pusieron mucho en la sesión. Asiente— No se lo digas a mi agente. —Bostezo e inclino un poco el rostro para que continúe. Debería quitarle la tela y hacerlo yo misma, pero disfruto que me cuiden por un momento.

Juro que lo escucho decir algo así como, "al diablo tu agente" pero dejo que mis ojos se cierren.

—Niña bonita, quiero que te despiertes y comas antes de volver adormir.

Mis ojos se abren de nuevo, y huelo comida, haciendo que mi estómago gruña fuerte.

Me hace gracia, y el bajo sonido de su profunda risa levanta piel de gallina en mis brazos. Deja la toalla sobre la mesita de noche y me levanta para sentarme.

—Gracias —le digo, sintiéndome un poco tímida ahora.

—Ven. —Me toma de la mano y me lleva al área de estar de la suite del hotel. Las palabras de mi agente sobre no comer antes de dormir pasan por mi mente.

—Esta no es mi habitación —digo mirando alrededor y viendo mi bolso junto a la puerta. Jax deja caer mi mano y levanta las tapas de los platos en la mesa del comedor. Veo más comida de la que podría comer— Y no puedo comer esto —lamento, incluso cuando los dedos me pican por agarrar una papa frita.

—Por supuesto que puedes. —Debe verme mirando las papas fritas, porque toma una y la lleva a mi boca. Abro mis labios y muerdo, gimiendo ante la salada bondad. Cierro los ojos. No puedo recordar la última vez que comí una papa frita. Mis ojos se abren cuando escucho a Jax inhalar profundamente. Mis mejillas se calientan una vez más cuando reproduzco en mi mente el sonido que hice. Podría ser virgen, pero sé que ese gemido sonó como un gemido sexual              —Siéntate —me dice, sacando una silla.

Caigo en ella.

—Realmente no debería —le digo, queriendo la hamburguesa con queso, pero sabiendo que tengo rodaje mañana.

—Puedes hacer lo que quieras, niña bonita. —La forma en que niña bonita cae de su lengua hace que mariposas cobren vida en mi estómago. No sé por qué me importa tanto que piense que soy atractiva, pero lo hace.

Recojo la hamburguesa con queso, sonriéndole antes de tomar un bocado gigante. El sabor llena mi boca y una vez más no puedo luchar contra el gemido. No me importa, sin embargo. Sigo comiendo.

Toca mi brazo.

—No tan rápido. Enfermarás —dice con otra de esas risas profundas. Dejo la hamburguesa con queso y tomo algunas papas fritas más. Lo hecho, hecho está. Tendrán que lidiar con eso mañana. Por alguna razón, por primera vez en mi vida, no me importa. Toda mi concentración está en el misterioso hombre atractivo en mi habitación de hotel. No, no es mi habitación de hotel.

—¿Qué pasó con mi habitación? —pregunto y meto otra patata frita en mi boca.

—Te quería cerca de mí. —Mis cejas se levanten ante eso. Estudio su rostro— Para mantenerte a salvo —agrega, poniendo mi pie en su regazo. Lo miró fijamente, sorprendida por la acción, pero comienza a frotarlo despreocupadamente.

—Oh, Dios. —Suspiro. Sus grandes manos trabajan los músculos doloridos de mis pies— ¿Cómo lo supiste? —Dejo caer la cabeza hacia atrás. Estar de pie todo el día con diferentes tacones causa estragos en mis pies.

—Si dejas de comer, dejaré de frotar.

Levanto la cabeza y sonrío.

—No estoy segura de que sea una amenaza. —Busco un pedazo de pastel de chocolate y un tenedor. Ya llegué hasta aquí, ¿qué hay de malo en un poco más?

—Sigues frotándolos al juntarlos. —Me da un apretón en los pies y luego continúa masajeándolos— Entonces, supe que debían estarte doliendo.

—Gracias. Sé que no es tu trabajo.

—Te lo dije. Estoy aquí para cuidarte. Para mantenerte a salvo.

Me lamo los labios, quitando el glaseado, antes de tomar otro bocado. Me siento tímida de nuevo. Sigue hablando de cuidarme. Ningún guardaespaldas que he tenido antes ha dicho o hecho estas cosas. Ni siquiera Ben.

Intento recordarme que le pagan para hacer esto. Solo está siendo agradable. Aunque no parece alguien que se esfuerce por ser agradable normalmente. Se ve más como que hace lo que quiere.

—Solo hay una cama —dejo escapar. Santa mierda, no puedo creer que dije eso. Miro hacia mi pastel, tratando de luchar contra el sonrojo que sé que está regresando.

—Me di cuenta —es todo lo que dice en respuesta y sigue frotando mis pies. Vuelvo a comer mi pastel.

—¿Pasa algo? —pregunto cuando recuerdo que nunca me dijo por qué Ben no estaba y ahora tengo dos guardias en lugar de uno.

—Tienes un acosador.

Lo miro y me encojo de hombros.

—¿Y?

La cara de Jax se endurece y su agarre en mi pie se tensa. Sé que dije algo equivocado.

Niña Bonita - ARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora