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Katniss y yo le sonreíamos a Prim, quien estaba contándonos sumamente emocionada sobre los nuevos amigos que había hecho, cuando Boggs hizo acto de presencia y nos pidió a ambas que lo acompañáramos a la sala de mandos.

Asentimos sin comprender que sucedía, sin embargo, al estar en el lugar lo comprendimos al instante.

Peeta estaba siendo proyectado en una de las pantallas.

Esta noche, recibimos informes de descarrilamientos, graneros incendiados y un salvaje ataque a la presa hidroeléctrica del Distrito cinco.

Observé la imagen del muchacho completamente horrorizada, al igual que Katniss, quien en solo un par de segundos derramaba lágrimas incontrolablemente.

Si había creído que su aspecto era devastador la última vez que lo había visto, no se comparaba en nada con su estado actual. Estaba casi esquelético, su rostro se mostraba consumido, las ojeras habían incrementado su color y tamaño, mientras que sus ojos estaban rojos y llorosos.

—¿Qué es lo que te han hecho?— susurró Katniss recorriendo con su mirada cada centímetro del rostro del chico.

—Les suplico que acaben con los ataques.

—Siento mucho interrumpir sus mentiras habituales — habló Beetee tecleando sin parar— para brindarles . . .— tocó un botón, causando que la grabación que mostraba a Katniss caminando entre las ruinas del 12 y con la canción de fondo hiciera interferencia y ocupara el lugar de Peeta.

—Ahí está, nuestro video— señaló Coin.

—Entramos— puntualizó Plutarch.

Al notar que a nadie le interesaba el estado de Katniss, solo pude pasar mi brazo sobre sus hombros y atraerla levemente hacia mi.

¿Katniss?— la voz de Peeta sonó esperanzada y confundida a la vez.

—Lo ve, ve el propo— se emocionó la presidenta.

—¿Katniss?— nuevamente se vio la interferencia, y los ojos del rubio se llenaron de lágrimas— ¿Katniss estás ahí?

—Peeta—exclamó ella emocionada al tiempo que se acercaba a la pantalla, como si de esa forma pudiera estar más cerca de él.

—Katniss— Peeta se quedó observando hacia un costado sin decir ni una palabra.

—Estamos teniendo algunos problemas técnicos— se escuchó la voz de Caesar Flickerman desde detrás de cámara— Finnick.

Al oír aquel nombre mi mundo se detuvo.

—¿Te gustaría continuar?, después de todo, por lo que tenemos entendido además de que se encuentran con vida,  Emily también es parte de esta Rebelión tan violenta.

La cámara dejó de apuntar a Peeta y se movió hacia un lado, dejando ver a la persona que estaba junto a él.

—Finnick— fue lo único que salió de mis labios, al tiempo que todos observaban en mi dirección.

Sentí como todo se derrumbaba dentro de mi al ver en el estado que se encontraba.

Al igual que el chico en llamas, su rostro estaba consumido, sus ojos alguna vez llenos de vida se veían opacos, tenía una barba de varios días perfectamente delineada, su cabello dorado el cual siempre estaban en un perfecto desorden se lo podía ver ahora peinado hacia atrás. 

—Mi amor— susurré con la voz entrecortada.

Nuevamente se presentó una interferencia, solo que esta vez en la parte en la que se escuchaba mi voz cantando suavemente.

¿Mi amor?— Finnick observó a la cámara, de la misma forma que lo había hecho durante la entrevista que había tenido con Caesar entes de que comenzara el Vasallaje, como si supiera que lo estaba viendo, como si pudiera traspasar la pantalla para hablarme solo a mi— Emily, princesa— Sus ojos se llenaron de lágrimas, causando a su vez que los míos también lo hicieran— Piénsalo, ya nadie está a salvo, ni aquí, ni en los Distritos— se inclinó hacia adelante— Emily estás en peligro— comenzó a hablar apresuradamente, mientras de fondo la voz de Peeta se comenzaba a escuchar.

—¡¡Van para allá Katniss!!— se escuchó a Peeta— ¡¡Matarán a todos!!.

¡¡MAÑANA ESTARAN TODOS MUERTOS EN EL DISTRITO TRECE EMILY!!

Varios pares de brazos los comenzaron a sostener, logrando que se vea un forcejeo antes de que la transmisión de cortara abruptamente, sumiéndonos a todos en un silencio abrazador por un par de segundos.

—Nos avisaron— dijo Haymitch acabando con el silencio— Fue un aviso.

—Si, lo fue— estuvo de acuerdo Boggs.

—Hay que sacarlos antes de que los maten— habló Katniss desesperada.

—¿Hay algo en el aire?— la ignoró Coin.

—No hay nada en el radar— le indicaron.

Ella observó a todos por un instante.

—Prepárense para un ataque aéreo.

Sin decir nada más todos comenzaron a hacer lo que les había sido ordenado, mientras que, por su parte, Katniss se acercó a mi y tomó mi mano para luego sacarme de allí.

No puse resistencia, ya que me encontraba paralizada y la imagen de Finnick en aquel traje color borravino ceñido a su cuerpo esquelético y con la mirada más desorbitada que había visto en mi vida se hallaba fresca en mi mente.

"Esta es una alerta roja, por favor conserven la calma e inicien el protocolo de evacuación"

El anuncio retumbaba por todo el lugar a medida que Katniss avanzaba conmigo detrás, subiendo y bajando escaleras sin soltar mi mano.

—¡Prim!, ¡Prim! — llamó a la niña una vez que estuvimos en el comedor.

"La puertas quedarán selladas en 6 minutos"

Las personas se movían de forma coordinada a través de las escaleras, sin embargo, al ser muchas hacía imposible el ubicar a Prim.

Un estruendo sacudió todo el lugar haciendo que las luces parpadearan hasta apagarse por completo y que comenzara a caer agua desde algún lugar, causando gritos de sorpresa por parte de quienes aún se encontraban bajando por las escaleras.

Las personas se aterraron a tal punto que sin miramiento alguno se apresuraron en bajar, empujando a quien se cruzara en su camino y logrando que Katniss soltara mi mano abruptamente, perdiéndose entre la gente, quienes causaron que mi cuerpo quedara pegado a la barandilla y por consiguiente la parte superior de este se precipitara hacia el vacío.

Sin embargo, alguien tomó mi chaqueta y tiró de mi hacia atrás para estabilizarme y luego cubrirme con su cuerpo, evitando así que quienes seguían bajando chocaran contra mi.

Me aferré a quién me abrazaba con fuerza hasta que finalmente la estampida se detuvo, dejándonos a mi y a aquella persona completamente solos en aquellas escaleras iluminadas por luces de emergencia.

—¿Te encuentras bien?.

Elevé la cabeza, encontrándome de frente con los ojos de Lion, mirándome con preocupación, quien a causa del estridente ruido de las explosiones y el agua cayendo había tenido que gritar para que lo escuchara.

No supe que contestarle, ya que no sabía si lo que me dolía eran las posibles contusiones que me habían causado las aterradas personas o mi propio corazón al ver a quien era el amor de mi vida en un estado tan desgarrador tras semanas de no saber nada de él.

Negué dejando salir las lágrimas finalmente, las cuales acababan mezclándose con el agua que caía sin parar.

Lion no supo que decir, por lo que solo apartó mi cabello de mi rostro y acarició mi mejilla con delicadeza antes de tomar fuertemente mi mano y tirar de mi para que acabáramos de descender hacia el refugio.

Agradecí que no dijera nada, ya que yo sabía que no había mucho que él pudiera decir para hacerme sentir mejor. Finnick no estaba bien, nadie sabía si podrían rescatarlo o siquiera si lograríamos sobrevivir a este ataque del Capitolio.

Nadie sabía nada.

Los Juegos del Hambre: Siguiendo al SinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora