¡Dios mío!✔

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Narración de Anna Stone

La mañana sin clases es lo más lindo del mundo, una puede despertar como una princesa de lo relajada que está para luego ver un trío de flojas durmiendo que si despiertas posiblemente te ganes un buen golpe.

Me levanto de mi pequeño espacio para darme una ducha, Elsa tiene una ducha genial ¡amo ducharme aquí! Remojarse hasta ser una pasa no está en mis planes así que salgo para ponerme unos jeans rotos rosados junto a una camiseta blanca y tenis del mismo color.

Salí estirándome, mi estómago ruge y decirle a Elsa es peligro por donde lo vea, Anna Stone no se arriesga con bestias como esa. Bajo sin hacer ruido y ¡OH DIOSITO! Jack sin camisa a la vista, ¡carajo! va a voltear mejor me pego a la pared y avanzo lento hasta llegar a la habitación de Elsa. 

¿Es que esta gente no conoce de proporciones? ¡Se amontonan en la puerta y una cae como estúpida! 

Observo apenada a la rubia despertar en busca de aire y, a pesar de seguro romperle una costilla, me dedico una sonrisa dulce. Diablos, me siento culpable por Punzi.  

—Anna, ¿estás bien? ¿Por qué vienes tan apresurada?  —Susurra adolorida, ya confirme que debí haber caído muy fuerte.

Pero el chisme es una prioridad aquí.

—Perdón, estaba en camino a comer y en eso vi a Jack sin camisa . ¡Lo hubieras visto! Casi me ve así que corrí hasta aquí para salvar mi inexistente dignidad, pero me tropecé con Mérida y bueno, ahora estoy sobre ti. —Explique en susurros rápidos, pero la caricia tranquila que deja en mi cabeza me dice que me ha entendido. 

—Mhm, me pico la curiosidad. Y el hambre. —Con delicadeza me aparta para poderse levantar— Espérame, por favor, no he de tardar. —Asentí mientras la vi levantarse y llevarse su bolso al baño. Me senté a esperarla firmemente.

Narración de Rapunzel Corona

Me fui a vestir con una falda rosa y una camisa blanca con unas zapatillas rosas, amarre mi cabello en una media cola, ¿será que Anna vio bien? Con solo verlo ayer a todas se nos bajó la presión, incluida Elsa aunque si se lo preguntasen lo negaría a capa y espada.

Salgo y le hago una seña a Anna para salir; con mucho cuidado bajamos hasta verle. Ajá, las camisas fueron despedidas hoy. 

—Sigue así, que vergüenza bajar ¿no crees? —Me susurra mi acompañante.

—Lo sé, volvamos. —Le hable igual, ella asintió y subimos devuelta.

Entramos delicadas, bueno, entré delicada mientras Anna tropezaba y caía en su posible futura asesina. 

—Anna, ¿qué mierda haces?

—Tropecé y caí. —A pesar de ser una afirmación lo pronunció como si fuese una pregunta.

—No soy ciega. —La acaricio torpemente. —Pero ¿por qué sobre mí?

— ¿¡A caso yo decido dónde caer!? —Subió su tono y ambas comenzaron a discutir.

Mientras más se prendían como fósforos más aumentaban sus gritos y, gracias a ello, la bestia mayor despertó y de muy mala manera.

Se quitó el antifaz para dormir y nos miró psicótica.

— ¿¡Pueden callarse, par de trogloditas!? ¡La gente aprecia su sueño sin sus gritos que pareciese tratarse de gaviotas cantando! —Chilló, para suspirar exasperada. —Idiotas. —Susurro.

— ¡Eh! ¡Yo igual dormía tranquila y vino está ballena y me aplasto! —Dijo indignada refiriéndose a Anna.

—En mi defensa, —Ay no, no lo digas. —Jack tiene la culpa. —Hablo con inocencia formando un puchero.

Mi niñero (E D I T A N D O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora