Un día Juntos. ✔

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Saliendo de la ducha me mire al espejo y a mi estupidez, están de un color rojizo y tienen un aura de un color similar. Quizá debería practicar para una próxima, dicen que mujer prevenida vale por dos así que no estaría mal. Me coloque un suéter con cuello de tortuga de color blanco junto a unos jeans oscuros y unos botines cafés, agradezco que la tela sea suave así mi estupidez no crecerá.

Baje con un saco en mano, el desayuno está servido y no estoy nada sorprendida que Jack no haya hecho el desayuno pero al menos se le da mangonear para que salga exactamente lo que quiere. Me acerco pellizcándole en su espalda baja y rápidamente pasar a abrazarlo y besarle el hombro cubierto por la chaqueta de mezclilla.

—Buena defensa pero no lo suficiente. —Dijo volteando intentado devolverme el pellizco, comienzo a huir por mi vida.

Me corretea por el comedor, es difícil no hacer caer a nadie de los de servicio. — ¡No seas rencoroso!

Tomo uno de los platos y tomo lo que está sobre ese para tirárselo pero no lo detiene. — ¡Eso puede ser un juego de dos! —Dicho y hecho toma el otro y comienza a aventarme de igual modo.

Nos quedamos sin municiones y estamos llenos de panqueques de frutas con jugo de naranja. Solté una risilla primero antes de echarme a reír por como su cabello ha tomado un ligero tono naranja, tomo su mano y lo atraigo a mí para darle un beso lleno del desayuno que no me comí pero se desliza por mi cabello.

— ¿Sabes? Creo que soy vidente. —Murmuró contra mis labios.

— ¿Sí? ¿Por qué?

—Porque he planeado un plan B de comida, vete a bañar que nos vamos de picnic.

No respondí con más que una mirada de ceja alzada, sé que es nuestro día y debo admitir que por más meloso que se haya puesto me encanta que le ponga tanto esfuerzo a esto.

Subí a darme la segunda ducha del día, debería molestarme porqué me toca elegir un conjunto nuevo y por más que crea que se me da genial no me gustan los cambios de último momento. Quizá debería contarle sobre mi manía de dejar la ropa del día siguiente preparada en un colgador; mi madre suele decir que soy muy minuciosa y no puedo contradecirla.

Luego de frotar con fuerza el jugo de naranja me quede con la bata amarrada y el cabello envuelto en una toalla mirando el armario pensativa, hace frío pero podrá calentar cuanto avance el día.

— ¿Haces esto todas las mañanas? —Me sobresalto y volteo molesta, ¿no puede ser normal y esperarme abajo?

— ¿Y a ti quién te dio permiso de entrar?

—Hades. —Sonríe inocente sacudiendo su melena mojada, por más que me encante no voy a bajar la guardia por un par de ojos coquetos.

—Hades está en su paseo por el jardín donde se alimenta de bichos y tengo la sospecha que de gatos igual—niego para enfocarme de nuevo— ¿puedes ser un novio normal y esperar abajo? —me cruzo de brazos.

—No. —Se aproxima a mí, ¿qué cree que hace? Por instinto retrocedo. —Podré ser tu novio pero también tu niñero, y debo decir que eres una niña muy tonta. Seguro ni curaste tu herida hoy ¿no? —bajo mi mirada a sus manos que sostienen una pomada.

Muerdo el interior de mi mejilla avergonzada. — ¿Y tú qué sabes? —masculló.

Baja la manga de la bata con cuidado. —Mucho más de lo que esperas. —Con cuidado unta la pomada por mi piel, creo que voy a comprarle guantes ¡siempre tiene las manos heladas!

—Gracias. —Hable por bajo observando la puerta, honestamente me siento cómoda con él aunque esté solo con una bata pero no deja de ponerme nerviosa y doy por hecho que me he sonrojado.

Mi niñero (E D I T A N D O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora