•CAPÍTULO 7•

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THE BLACK SISTERS
AVADA KEDAVRA
VII. Huésped de un parásito.
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—Lestrange.

Levantó la vista y antes de que pudiese hacer algo ya estaba siendo controlada por la magia de una varita que se hallaba fuera de su celda. La estaban trasladando de nuevo a la sala de interrogatorios, donde usualmente recibía visitas de aurores que anteriormente ella había asesinado de igual manera.

Suspiró, cansada. Realmente se encontraba tomando una siesta reparadora.

—¿Jamás aprenden no es así? —le preguntó al carcelero que acudió por ella.

—Cállate.

Empezó a reír maliciosamente.

Sus pensamientos delirantes le entregaban la suficiente hilaridad como para reírse cuando quisiera, algo que sin dudas sacaba de quicio a cualquiera debido a las burlescas carcajadas con las que ella solía restregarles en la cara que era mucho más poderosa que cualquier auror o mago que pisara Azkaban.

Hasta que sus ojos se cruzaron con el mago de túnica plateada y barba creciente, este la esperaba sentado a través del cristal dispuesto en el cubículo. Bella sonrió irónica, habían puesto protección en esta ocasión.

—¿Qué es esto? —le preguntó al hombre que llegó con ella, no obstante él sólo quería desaparecer de allí lo más pronto que pudiera, no quería correr la misma suerte que sus compañeros.

El carcelero decidió ignorar su interrogante y sin siquiera mirarla pasó de ella. 

 —Señor Dumbledore, tiene quince minutos, debido a los protocolos, la presidiaria no puede tener más tiempo que ese fuera de su celda. Nos estamos arriesgando a mucho.

El aludido asintió y observó a Bellatrix directamente a los ojos, sin el miedo que solía haber en las personas que debían interactuar algunos segundos con ella, no obstante sí existía la precaución.

—Bellatrix—saludó cordial.

—Albus Dumbledore— correspondió la aludida con voz irónica—, no entiendo ¿A qué debo la ilustre visita? Podría decirse que este no es lugar para ti, un hombre de tu clase, tan correcto.

Albus mantuvo su expresión serena ante los comentarios insidiosos de Bellatrix, no estaba allí para tener con ella una discusión y mucho menos para entrar en sus juegos mentales. Él solamente quería tener respuestas y comprobar cuál era el nivel de lealtad que aún le profesaba a su desaparecido maestro.

«Avada Kedavra» The Black Sisters ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora