•CAPÍTULO 5•

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THE BLACK SISTERS³
AVADA KEDAVRA
V. Viejos amigos.
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—Buenos días —saludó Andrómeda a su colega —¿Qué tal el día? ¿Han habido muchos ingresos nuevos?

—Buenos días, sanadora Black—respondió —, la verdad es que no tanto, ahora justamente llegó un hombre con una cortada en la pierna izquierda, ¿quieres que lo termine de ver o lo atenderás tú? No tengo inconveniente en quedarme un rato más para dejarlo listo mientras tú lees los expedientes.

—Oh, no. Debes de estar cansada. Puedo ponerme al corriente después de atender al hombre que mencionas —comentó mientras se colocaba la cofia y el uniforme.

—Pues es bastante joven y guapo —mencionó la sanadora —ten su ficha es esta, hay que suturar, tiene una historia algo extraña, señaló que venía de un viaje y que tuvo una caída en unos roqueríos.

Andrómeda frunció el ceño y negó con la cabeza, amarró su delantal y tomó la carpeta del paciente, sintiendo un vuelco en el estómago al leer el nombre del aludido. Sin despedirse de su compañera se dirigió de inmediato a la sala donde se suponía que debía estar esperando atención.

Le reconoció de inmediato.

Divisó sus facciones y su tez clara, todavía mantenía su cabello ondeado algo largo. Tenía la vista fija en el techo, por lo que no la vio ingresar a la sala donde se encontraba tendido en la camilla.

—Aiden Parkinson, pero qué ingrata sorpresa —saludó la bruja con un susurro melancólico.

El mago se incorporó en la camilla y su expresión se hizo un poema. No recordaba que ella trabajaba allí cuando llegó a San Mungo, hace tiempo que intentaba de que Andrómeda no estuviera constantemente en sus pensamientos.

Por ende, fue realmente una sorpresa verla allí frente a él. Se quedó en silencio durante unos instantes, contemplándola.

—¿Acaso no me saludarás? —preguntó con una sonrisa cálida.

—Andy, no esperaba encontrarte aquí —respondió luego de unos minutos, correspondiendo a la sonrisa—, de verdad es una sorpresa, una grata sorpresa.

La hubiese abrazado, pero se intimidó al percibir la presencia de otras sanadoras en las camas contiguas a las de él; además, la pierna le dolía bastante y le habían indicado no moverla.

—Creo que la sorpresa fue mía al leer este archivo y notar que mi amigo se encontraba aquí, malherido— comentó analizando su pierna.

«Avada Kedavra» The Black Sisters ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora