•CAPÍTULO 1•

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THE BLACK SISTERS
AVADA KEDAVRA
I. Jaula de oro.
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Narcissa avanzó dentro de la estancia, era grande, luminosa y ridículamente costosa. El recibidor abría las puertas a la imagen misma del lujo; Lucius se apresuró a quitarle el abrigo con delicadeza mientras los celestes ojos de la bruja se deleitaban con las obras de arte colgadas en los muros, los jarrones de cerámica con flores perfumadas y los muebles de madera blanca y tallados exclusivos.

A Cissy no le gustaba el hecho de mudarse a una casa de campo, sin lugar a dudas era una chica de ciudad y la sola idea de pensar que tendría que viajar una cantidad de tiempo mayor hasta el centro de Londres para tener algo de civilización le hacía bostezar de aburrimiento. Pero Lucius había insistido y sabía perfectamente que para estar tranquila tenía que evitar contradecirle.

No quería que además no pudiera estar tranquila en su propia casa, deseaba al menos un poco de libertad sin que su marido pusiera su inquisidora mirada en ella.

—Es perfecta ¿no crees? —aseguró Lucius, pues a sus ojos era la casa donde siempre había añorado vivir —, cinco hectáreas, lejos de los molestos ruidos citadinos y del mal gusto de los nuevos ricos.

Narcissa le conocía muy bien, él había decidido comprar esa lujosa y elegante finca en Wiltshire por ninguno de esos motivos, sólo lo hacía para alejarla del mundo, para mantenerla solo para él, lejos de aquellas cosas y situaciones que podrían dejarlo en evidencia de sus trapos sucios. La estaba manteniendo a raya de Frank McMillian y quizás otros hombres que desconocía.

—Es muy bella, pero dime ¿Quién va a encargarse de todo? —siseó al notar que ahora era dueña de kilómetros de áreas verdes que no se cuidarían solas y de un chalet hermoso pero con más de veinte habitaciones.

—Tenemos más de veinte elfos domésticos a nuestra disposición, además podemos contratar personal de servicio en caso de que lo requieras —murmuró no muy convencido, sólo lo dijo al ver que Narcissa fruncía el ceño con desaprobación.

Ella detestaba a los elfos domésticos –no los maltrataba ni nada –, pero le parecían irritantes en su forma de actuar y hablar.

La mujer avanzó por el sitio, observando cada uno de los detalles de la casona. Suspiró con resignación, su esposo había sido concienzudo a la hora de escoger un sitio para llenarse la boca con el discurso de la casa familiar.

—No te ves muy contenta —declaró.

—Es sólo cansancio. El viaje fue demasiado largo teniendo en consideración que con el embarazo no pudimos desaparecer.

—¿Quieres algo, cariño?

Era inevitable que Narcissa no desconfiara de Lucius, habían continuado con su matrimonio, sólo que ella era quien había traicionado los votos. Tenía más que claro que había actuado mal y cualquier persona hubiese roto el compromiso; que Lucius quisiera seguir con ella se le hacía extraño.

«Avada Kedavra» The Black Sisters ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora