🪁05

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—¡Capitán Jung, llegamos a la isla! — gritó observando su objetivo a la lejanía, y por ende a la enorme bestia que querían capturar para la reina del castillo Chocolate

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—¡Capitán Jung, llegamos a la isla! — gritó observando su objetivo a la lejanía, y por ende a la enorme bestia que querían capturar para la reina del castillo Chocolate.

Los ojos del capitán se abrieron, su bastón pegó contra el suelo del barco y mantuvo la frente en alto en cuanto escuchó a su mano derecha gritar eufórico.

—¡Hay que detener el barco, prepara la red y la carnada! — le ordenó adoptando una mirada más imponente cuando escuchó el ruido característico de la bestia.

San asintió aunque su capitán no lo vio, fue a la parte trasera del barco dejando solo el timón, tomó lo necesario, desde la red que les serviría para capturar a la bestia hasta la carnada para hacer que caiga en su trampa. Detuvo el barco como le habían ordenado, y con su capitán tomándolo fuerte del brazo, bajaron del navío para acercarse a la isla de la muerte, e ir por su objetivo, dispuestos a llevarlo al castillo así les costará la vida.

La isla era conocida por sus extrañas criaturas, osos con ojos de botones, algunos solo traían uno y en el lugar del otro había hilo suelto; serpientes venenosas de muchos colores, conejos enormes con sonrisas macabras, y caballos con cuernos que parecían toros. Una infinidad de animales se encontraron en su camino, cada uno los veía con atención, todos sabían del temible capitán Jung y de su lacayo que lo guiaba en cada una de las aventuras que el pirata enloquecido de poder, tenía cada que se le daba la gana.

Pasaron por el área boscosa, casi atrapados por las telarañas de más de un metro ochenta de altura, el azabache se aferró a su capitán cuando, al final del bosque, casi al otro lado de la isla, encontraron a la bestia peluda jugar con la cabeza de uno de los animales que anteriormente había encontrado.

—Capitán — llamó en un susurró mientras que la bestia estaba entretenida —, lo tenemos frente a nosotros.

—Llámalo con ayuda de la carnada, y cuando puedas, arroja la red sobre él — ordenó decidido, escuchando atentamente los gruñidos de la bestia a no más de un metro de distancia de ellos. —No tardes mucho, recuerda que la princesa nos espera.

San asintió, dejó a su capitán detrás del arbusto y con las piernas temblando, llevó entre sus manos lo antes mencionado y su colorida espada. Antes de acercarse, vio a su capitán, y aunque este tenía la mirada perdida, supo que le dio aliento para cumplir su misión.

Dio un largo suspiro, aguantó la respiración y rápidamente fue a esconderse a un arbusto más cerca de donde reposaba la bestia.

En un movimiento ágil, arrojó la carnada, que no era más que un maloliente y duro pedazo de cheto, lo único que les había sobrado de la cena al tratar de alimentar a su tripulación de zorritos y gatitos que dejaron descansando en el barco. Sin embargo que vendrían si todo salía mal. El olor del queso barato llamó la atención de la bestia, con su avanzado olfato rastreo la fuente pestilente hasta encontrar el cheto en medio de su guarida, y por supuesto, sin inmutarse a ver si alguien lo había puesto humildemente para él, con su lengua lo recogió en inmediatamente el cheto fue a parar a su estómago no sin antes recibir un par de mordidas.

NOMAS PORQUE SI //SANWOO (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora