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La última semana antes de vacaciones, y todo se ha vuelto más raro de lo que debería ser, es decir, YeoSang se desaparece cada vez que intenta tocar el tema del regreso de WooYoung para intentar descubrir alguna respuesta o algo que le sirva

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La última semana antes de vacaciones, y todo se ha vuelto más raro de lo que debería ser, es decir, YeoSang se desaparece cada vez que intenta tocar el tema del regreso de WooYoung para intentar descubrir alguna respuesta o algo que le sirva. Sin embargo no ha habido alguna palabra por parte de Kang.

Y otra razón, por más extraña que suene, se encuentra en el ojo del Halcón, o más bien, de MinGi, desde aquella vez que le dijo que es daltónico y le disculpe por confundir el color de su bandana, desde aquella vez no hay donde donde no lo vea con curiosidad o como si quisiera hablarle.

Hace días entregó sus últimos trabajos por lo que no tiene nada que hacer ahí, pero debe de presentarse aunque no haga nada para no sumar más faltas y que todo su esfuerzo vago por recuperar nota se vaya a la basura. Aunque en días como estos, donde el día grita flojera, su única misión es encontrar a WooYoung y esa es una misión complicada porque no lo ha visto después de aquel día donde tuvo las agallas de correr tras él luego de enterarse que había vuelto.

Días como hoy son perfectos para plantarse frente a la oficina del director y preguntar por Jung WooYoung, aunque le vieron como si estuviera loco y le pidieron que esperara a que la secretaria llegase porque el director no se encontraba y la mujer podría ayudarle a encontrar al estudiante perdido, y ahí estaba, en las sillas color blanco de plástico, esperando a que la secretaria termine su almuerzo para poder atenderlo y resolver sus dudas, aunque las respuestas a estas se vean más lejanas con el pasar de los días.

Se deja caer en la silla, su pie golpea el piso con impaciencia y suelta un suspiro harto por seguir ahí sin hacer nada y sin haber probado un bocado antes, así que un adolescente con hambre y curiosidad no es la mejor de las combinaciones del mundo, y menos si se trata de alguien con nula paciencia como Choi San.

Está a punto de irse, pero la dichosa secretaria entra a la oficina, sorprendida al ver a un estudiante ahí en horas de almuerzo, sin un gafete de mala conducta en el cuello, pensando, incrédula, que el chico se presentó ahí por propia voluntad. El azabache se levanta justo cuando ella se sienta en su lugar, detrás del escritorio contiguo a la puerta de la oficina donde se supondría debería estar el director.

—¿En qué puedo ayudarte? — pregunta atenta, dando un sorbo a su café del termo.

—Estoy buscando a un estudiante — responde de inmediato —Jung WooYoung, quinto semestre.

Se escucha desesperado y el tono no pasa desapercibido por la mujer, así que deja su café de inmediato y teclea en su computadora, las experiencias pasadas le hicieron aprender que no debe lidiar con un estudiante desesperado por información, por lo que actúa rápidamente, además este chico parece querer matar a quien se le cruce enfrente, lo que no sabe es que San no se atreve ni a dar un empujón a cualquier tipo y que esa cara de culo ya es del diario.

En fin, ya está en la lista de estudiantes de cuarto semestre, y busca en las J sin tener éxito.

—No chico, no hay nadie que responda a ese nombre.

—¿No? — cuestiona, tosco. —Pero… hace unos días se presentó a clases — bueno, ni siquiera sabe si se presenta a clases o solo anda merodeando por los pasillos.

—No, no hay nada — ve de reojo como la lista baja, y los apellidos Jung dejaron de aparecer. La secretaria, sintiendo la misma frustración que el menor, decide inventarse algo al mismo tiempo que se sienta correctamente en su silla —, posiblemente sea un estudiante de intercambio, en esta última semana a los estudiantes nuevos les dan un recorrido por la escuela, y los viernes se inscriben, ¿por qué no vuelves hasta ese día?

Suspira resignado, esperando que esa sea la razón por la cual WooYoung haya desaparecido así tan de la nada. Asiente de acuerdo, aunque no del todo, y se despide dando una reverencia por respeto y sin decir absolutamente nada, sale de la oficina, pensando mil y un cosas, incluso recordando las palabras de YeoSang.

Maquillaje, gasolinera. Tal vez se cambió de casa ¿no?

Joder, que estrés.

Camina un par de metros más, cuando una figura esbelta y más alto que él le impide el paso, alza la mirada desde los pies del tipo hasta su rostro, encontrándose con el rostro apático de MinGi, aunque con dudas en sus ojos.

Frunce la frente, confundido.

—Escuché que estabas buscando a alguien — dijo, de la nada.

Rueda los ojos y suelta un bufido —Es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas.

—Te ayudaré a encontrarlo — suelta de repente, viéndose impaciente.

Le reta alzando una ceja, más confundido y quizá irritado que antes. Como si no conociera a este tipo de gorilas, escuchando conversaciones ajenas para usarlas a su favor. O sea, no nació ayer.

—¿A cambio de qué?

Se sorprende, sin embargo también se ve rendido —De que me expliques el daltonismo.

Sus cejas se juntan, lo ve cuestionandolo sin emitir algún sonido y de repente todo parece patas arriba. MinGi, el capitán del equipo de fútbol, con amigos por todos lados y el Internet a su disposición, ¿preguntándole sobre el daltonismo?

—Puedes buscarlo por tu cuenta. — intenta evadirlo pero MinGi insiste.

—Ya lo hice pero solo tuve más dudas, además usan muchas palabras que no conozco — hace una mueca —, supuse que sería mejor si alguien con esa cosa me explicara.

La sonrisa que hace parece tan falsa que quiere huir, pero se queda escuchando, al final no es algo malo, ¿verdad?

Si se lo dice y MinGi lo cuenta a los demás no se van a reír, ¿verdad?

No se van a burlar, ni le van a hacer bromas ¿verdad? ¡¿Verdad?!

—No lo sé, no confío en ti.

Rueda los ojos —Vamos, ¿a quien le importa que seas daltónico? no es algo de lo que los demás se rían.

Ríe cínico —Eso piensas porque no has vivido con esa mierda toda tu vida — exhala —, como sea, está bien, hagamos un trato.

—¿Qué clase de trato?

—Me ayudas a encontrar a alguien, yo te explico el daltonismo, pero cuando lo encuentre te alejas 20 metros de mi.

—Qué dramático, pero acepto.

Extiende su mano pero el azabache la rechaza.

—Hay otra cosa, simio — frunce el ceño ante el apodo —, no le vas a decir a nadie que tengo daltonismo, ni tampoco que estoy buscando a alguien ni a quien.

—¿Entonces cómo quieres encontrarlo? Me muevo a base de lo que dice la gente.

—Agh, bien, pero no les digas que lo estoy buscando yo, inventa una excusa, no sé.

—Entendido — su sonrisa se agranda e insiste con darle la mano. Como siempre, desconfía pero aún así estrechan las manos sellando ese trato. —Por cierto ¿cómo te llamas?

—Choi San.

—Un gusto, Choi.

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NOMAS PORQUE SI //SANWOO (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora