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Las cartas por fin fueron abiertas, todas las respuestas de los cultos de Scarlett decían una sola cosa... Haremos en intento en ayudar. La felicidad de Charlie decae hasta las profundidades del infierno, la monja ya se estaba esperando ese tipo de respuestas en sus seguidores. Dejo las cartas en la mesa mirando a la princesa con ojos serenos, dejo su mano en el hombro de la princesa.

- No te preocupes princesa... ~ - Su tono meloso es lo primero - Ellos saben lo que les conviene...

- Si pero... - Charlie negó con la cabeza y sonrío - ¡No! ¡No voy a decaerme!

- ¡Así se habla! - Le da un pequeño golpe en el hombro.

Charlie tuvo que sostenerse de la mesa por la fuerza que tenia Scarlett, que aunque no parezca, si tenia fuerza. La princesa se ríe nerviosa tras ver a la monja sonreir sin la necesidad de mostrar sus dientes afilados, pues ya había visto lo fuerte que era cuando se enojaba.

- Amm... - Buscaba como decir sus frases, pero no podía.

La monja recogía cada una de las cartas de la mesa con tranquilidad, no hasta que en todo el infierno al parecer hubo un apagón y los teléfonos se destruyeron por si solos.

- ¿Pero que? - Charlie se pregunto y Scarlett tenia una mirada seria - ¿Que habrá pasado?

El rostro de Scarlett se mostró una sonrisa zorruna, y puso su mano en el hombro de Charlie para agacharse a su altura por detrás.

- Solo es un apagón princesa... - Su voz sonada algo divertida - Yo me encargo de eso.

Antes de que la rubia contestara, la monja desapareció dejando una masa negra en el suelo.

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El otro demonio llamado Vox, estaba que explotaba. Otra vez Alastor el demonio radio le gano en una lucha con sus tecnologías y resulta que esa radio le gano como si nada, estaba mas que de mal humor. Sin embargo cuando daba vueltas sobre su alcoba de su edificio, una figura negra apareció a sus espaldas.

- Hola... -El televisor se asusto.

- ¡Por un-! - Nota a la Monja - Demonios! Casi me das un infarto!

La mujer ríe por unos segundos, le era divertido siempre escuchar esos tipos de reacciones en los demás.

- ¿Que haces aquí? - Pregunta.

- Ou... ¿No puedo visitar a uno de mis viejos miembros de mi culto? Me lastimas - Pone su mano en el pecho, haciendo mueca de dolor.

- Tu no vienes aquí para esas mierdas, ¿Que es lo que quieres? - La monja sonrió.

La monja sonrió sentándose en la terraza, dejando su cuerpo balanceándose entre el aire. Se acomodo bien, cruzando sus piernas mostrando sus medias negras que cubrían su piel blanca como la nieve. Sus ojos rojos miraban con atención a la televisión y su expresión demostraba que quería hacer algo.

Religiosa Tentación • Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora