01. El brujo más débil del clan Kim.

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El clan Kim era, como muchos decían, el último clan sobreviviente de una raza sumamente poderosa

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El clan Kim era, como muchos decían, el último clan sobreviviente de una raza sumamente poderosa. No solo se trataba de brujos con la capacidad de realizar hechizos en contra de sus enemigos, sino de entidades que podían ver a través de las personas y podían adquirir un poder superior si la luna los acompañaba. En la antigüedad, se les describía como servidores de demonios, mantenidos con vida para atraer a los paganos a ofrecer sus vidas para sus señores. Otras creencias apuntaban a seres corrompidos con magia negra que deseaban desaparecer a la humanidad. Los mitos más gentiles los catalogaban como hombres que realizaron pactos con el diablo para obtener poderes inhumanos y para conservar sus tierras.

Nadie sabía de donde provenían, pero habían existido durante casi doscientos años en el mundo, hasta que los propios líderes temieron por sus habilidades y comenzaron a cazarlos. Fue una persecución de años que llevó a su raza a la extinción. Tanto desastre causó aquello que su lugar de nacimiento terminó convertido en cenizas y, de todos los clanes que escaparon de allí, solo quedaban unos pocos vivos.

El clan Kim apenas tenía quince integrantes cuando la cacería los alejó de su hogar. Con el tiempo el número aumentó, hasta ser un pequeño poblado con la suficiente valentía para sobrevivir a las penurias en un espacio alejado del reino Gwangju, a donde fueron a vivir por orden y gracia de su líder ya fallecido. El tratado con los Jung no solo les había brindado un territorio propio, sino también les había dotado de trabajo y riqueza. El comercio se realizaba con varios poblados pequeños cercanos a las fronteras del reino, donde se intercambiaban bienes a cambio de hechizos o favores inesperados. El intercambio era justo y eso les había permitido vivir en armonía y con riquezas durante toda su estadía en ese territorio.

Tras la muerte del último rey que buscaba asesinarlos, el líder del clan estipuló que solo podían casarse entre ellos y solo podían engendrar hijos entre ellos, siendo las mujeres las que más abundaban en ese lugar. Cuando una pareja decía estar esperando un bebé, se les exigía que fuese una mujer, pues un hombre no iba a servir de mucho para la sucesión de su línea de sangre. Las damas podían mezclar sus genes de tal manera que las exigencias de sus superiores podían hacerse realidad. Desde el vientre eran capaces de escoger si debía nacer un niño o una niña, simplemente utilizando el poder necesario. Esto llevó a que la norma de que el primer hijo debía ser del género femenino se estableciera como inquebrantable para todos.

Fue así que el 80% de la población se trataba de mujeres bellas con dones relacionados a la vegetación o los elementos naturales ya conocidos; mientras el 20%, los cuales eran hombres, tenían habilidades relacionadas a la fuerza o la manipulación de elementos. Eran un clan muy exigente en cuanto a la conservación de su poder, por lo que era el líder quien determinaba las uniones de las familias y los herederos que pronto nacerían en sus tierras.

Tiempo después, una nueva anomalía sucedió en el clan. Algunos varones, quienes habían padecido el fenómeno de intercambio erróneo en sus genes, nacieron con la capacidad de procrear vida como lo haría una mujer. Algunos nacían con ambos órganos sexuales, mientras que otros solo nacían con el útero femenino, siendo capaces de mantener un embarazo de seis a ocho meses. Esto no fue difícil de asimilar, pero claro que lo fue el parto. Debido a las muertes de los padres que engendraban a estos nuevos niños, se determinó que la magia fuese indispensable al momento de dar a luz, pues esto salvaría sus vidas de manera instantánea. Aquellos hombres fueron llamados Anjhes (derivado del jeroglífico egipcio Anj, cuyo significado es vida), ya que eran portadores de vida.

Héritier [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora