Héritier [Libro #1]

10. Las verdaderas intenciones del clan Kim.

No debe ofrecérsele el conocimiento a los ambiciosos, pues solo desean el poder de la palabra. Y ese poder, siendo el más ansiado por los humanos, se convierte en destrucción. Ofrézcanles, en su lugar, un motivo de su alarde para expandir el tiempo de paz entre nosotros. De lo contrario, rezadle a Dios para que guarde bien sus almas, porque la ambición desproporcionada será la causante del final de nuestros días.

Del libro Palabras del gran profeta, de la Biblioteca Real de Gwangju.    

Año 387, febrero.

La creación de un hijo no era una ciencia difícil para los brujos. Una vez que ambos portadores eran seleccionados (en una muy exhaustiva y rigurosa clasificación), solo debían unir sus cuerpos una sola vez para que el bebé fuese concebido. No existía una segunda oportunidad para los amantes después de haberse creado el niño deseado. Incluso para las parejas que encontraban el amor entre las sábanas y la convivencia, no existía necesidad de que un segundo encuentro se llevara a cabo para la concepción del hijo (claro está que ese segundo intento solo respondía a su pasión y no a la creación de un heredero).

El primer hijo era el arma letal de cada familia, pues nacía con los dones combinados de su padre en una máxima expresión, siendo mucho más fuerte y ágil que sus hermanos menores en todo tipo de pruebas. Se decía que el primogénito albergaba mucha más carga genética que los siguientes hijos, por eso eran los más adecuados para la formación temprana de brujos, en un programa riguroso y estricto donde se formaban a los novicios para que pudiesen hacer uso de su magia con mucha más efectividad.

Estos se volvían cabezas de familia, administraban cargos importantes en el pueblo, viajaban a otras regiones en busca de investigaciones o se unían al pequeño ejército de brujos que daban su vida para proteger al clan de diversos peligros. Aun cuando no existía un peligro grave para ellos, se les formaba para combatir y se les designaba un pedazo de terreno cuando deseaban formar sus propias familias.