Capítulo I

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Yuuji sabía que Satoru tuvo una relación con Suguru Getou, sabía lo que ambos habían vivido, y no por que el albino se haya tomado la molestia de siquiera contárselo, si no por que empezó a preguntar a sus conocidos, no como su “pareja”, si no como un kohai curioso de la vida de su sensei. Incluso si Satoru  ya lo sabía, no decía nada, y él  mismo se creaba excusas como que no estaba listo o algo así para justificar el silencio de su “pareja".

Pero esa noche había sido todo. Encontró a Satoru en un bar besando a una mujer, pero no hizo  nada, entro y sólo lo llevó a su departamento, y el sabía a que se debía. Después del incidente de Shibuya,  muchas cosas cambiaron y otras siguieron igual. Aquel terrible incidente los hizo reflexionar para bien o para mal.

Y Gojo no fue la excepción,  no después de ver el cuerpo de Getou frente a él. Hablándole y mirándolo con “amor". Su cambio afecto tanto y un poco más la relación  complicada que tenia con su Kohai.

En esa noche se sintió, más fría , a pesar de que los noticieros mencionaron que no lo sería tanto, muy a pesar de estar compartiendo  la cama con su amante y pareja. Sin embargo  él  joven pelirosa la sintió así,  no por que tuviera un resfriado o alguna enfermedad, si no por que sentía su corazón destrozado y su dignidad hasta el suelo.

Luego de que esté  se entregará a una vez más al albino, no fue obligado, fue consensuado. Pero eso es lo que le dolía y molestaba  aún más, haber aceptado las insinuaciones y continuarlas mientras su “pareja” mencionaba el nombre de su ex. Ni siquiera se parecían físicamente, así que no lo entendía.

Sabía que debía terminar esa relación , si a eso se le podía llamar  a lo que tenía  con él. ¿Y porqué  no lo hacía? ¿Tanto era el amor que sentía por el joven con ojos del cielo? Tal vez si era así o simplemente  buscaba aferrarse a alguien.

Si bien dicen,  lo que no fue en tú año no te hace daño, Yuuji esperaba  que eso no fuera cierto,  que equivocado estaba. Y ese día lo comprobaría, de la peor forma. Tal vez, solo tal vez si no se hubiera quedado a su lado, no se sentiría tan mal.

–      Mmhg~ – gruñó  al sentirse aprisionado, tallo sus ojos lentamente y miro que lo detenía – ¿Itadori? – sonaba más a pregunta que afirmación. El más joven lo soltó y se volteo, dándole la espalda.

Lo miró por unos segundos más y despertó por completo al recordar todo lo que había hecho esa  noche. Bueno al menos una parte. Se sentó en la cama y se retrancó en el respaldo de ésta misma. Dejo salir un suspiró mientras cubrió unos segundos sus ojos con su brazo, para luego retirarlo y mirar a su alrededor.

Se había prometido no volver  a hacerlo con el pelirosa, desde la última vez que discutieron, sin embargo ahí estaba con él,  en la cama desnudos y las ropas dispersadas en el piso. Notó algo diferente pero no lograba descifrarlo. En fin, luego de unos minutos se levantó de la cama y fue al baño.

Se miro en el espejo, y ¡dios! Se veía demacrado. O al menos eso pensó  de sí mismo.

–      ¿En que momento  me volví tan viejo? – se preguntó notando las pequeñas, mínimas, diminutas y apenas visibles arrugas alrededor  de sus ojos – éste  no es el cabello sedoso y suave de  Gojo Satoru – tomaba su cabello todo  hecho un nido de pájaros – esto parece el trapeador que utiliza Megumi.

Miró las pequeñas marcas en su cuerpo. Cierto, él  y Yuuji lo había hecho. Suspiró de nuevo, aquel niño (porque sí, para el albino seguía siendo un niño) le provocaba sensaciones que ni el mismo lograba descifrar,  y si estaba con él, era por que se le había confesado y bueno en su momento él se sentía igual que él  más joven, pero luego de lo ocurrido,  se cuestionaba si de verdad lo que sentía era amor o compasión.

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