ix. don't blame me

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capítulo nueve

Ser Criston Cole había arrastrado a Aemond hasta los aposentos de su madre, lo dejo allí bruscamente y cerró la puerta detrás de si

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Ser Criston Cole había arrastrado a Aemond hasta los aposentos de su madre, lo dejo allí bruscamente y cerró la puerta detrás de si. Por el ruido de su armadura era obvio que se mantuvo parado fielmente frente a la puerta.

Aemond se acercó al fuego y se sentó en la silla frente a la chimenea. No había tenido tiempo de acercarse a hablar con Viserra, pero sabía que ella había entendido todo con solo mirarlo. Deseaba estar junto a ella para explicarle.

La puerta volvió a abrirse.

—¡¿Que fue lo que has hecho?!

Aemond miró a su madre con inocencia. Espero que la puerta de abriera una vez más para ver a su hermana pero la puerta se mantuvo cerrada.

Alicent se pasó una mano por la cara con nerviosismo mientras que su hijo se relajo en la silla junto al fuego.

—¡¿Que hiciste?! ¡¿Cómo has podido ser tan tonto?! —ella preguntó de forma histérica.

—No se de lo que hablas, madre —el dijo con amabilidad, pero sus ojos brillaban de una forma que la mujer no había visto nunca.

Llena de rabia la Reina se acercó a su hijo y le tomo la mandíbula con una mano para que la mirara a la cara.

—¡Eres un tonto! —ella siseo, apretándolo con fuerza— ¡Parece que no fueras hijo mío!

Aemond se tiró hacia atrás, librandose del agarre de la mujer. Era sumamente extraño que su madre tuviera ese tipo de arrebatos con el, usualmente solo eran reservados para Aegon, pero al parecer la manzana no caía tan lejos del árbol. Y aunque él era el hijo preferido de su madre, parecía que el honor y el deber estaban por encima de él, junto con su amada Viserra.

Alicent suspiró, dio un paso hacia atrás y se llevó una mano al cabello.

—¿Por qué lo hiciste? —ella preguntó lentamente pero no había amabilidad en su voz.

—¿Hacer que, madre? —él se hizo el tonto.

—¡Te vi, vi como miraste a Viserra! No soy tonta, Aemond. No fue difícil asumir que tu estás detrás de todo lo que le pasó a Lancel Lannister.

La puerta volvió a abrirse y Aemond se inclinó en la silla, esperando por fin volver a ver a su hermana, estaba deseo por hablar con ella pero para su desilusión solo fue su abuelo el que entró.

Al igual que su madre, su abuelo parecía extremadamente decepcionado de él. Aemond miró al fuego para no tener que soportar sus miradas juzgadoras.

—No hay mucho que el maestre pueda hacer, el muchacho no morirá hoy, pero ciertamente lo hará mañana —dijo entrecerrando los ojos para mirar a su nieto.

father forgive me | aemond targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora