Silveryn estaba sumida en sus pensamientos. Aunque aún no podía dar una respuesta definitiva, había algo que sospechaba firmemente.
Dejó aflorar brevemente un recuerdo largamente olvidado.
Presionar a Damian no tendría sentido. Preguntarle por qué su capacidad de regeneración mágica era tan poderosa también dejaría a Damian sin palabras, ya que no sabía nada de magia.
Con las manos entrelazadas a la espalda, Silveryn acarició suavemente uno de los anillos de su dedo. Era uno de los artefactos de más alto grado que poseía.
Usando el artefacto, podría ahondar en el pasado oculto de Damian.
Sin embargo, si utilizaba la fuerza para desenterrar sus lugares más oscuros, su relación quedaría destruida para siempre.
Y Damian podría cerrar la puerta de su corazón y no volver a salir de su cueva.
Ahora no es el momento".
Silveryn retiró la mano del anillo.
"¿Profesor?"
Damian mostraba una expresión preocupada mientras miraba a la doncella sentada desplomada en el suelo. Se agarraba el pecho y luchaba por respirar con dificultad.
"¿Está... bien?".
No tenía ni idea de que había sido él quien había provocado aquello.
"No, será difícil para ella caminar por su cuenta. Llamaré a alguien, así que espera aquí".
Damian parecía no tener noción de la presión mágica que ejercía. No era algo difícil de explicar, así que ella lo iluminaría más tarde.
Silveryn sacó una Puntada. Necesitaba invocar a un sirviente para que se llevara a la criada.
"Yo lo haré. No hay necesidad de molestarse".
Damian corrió hacia la criada y le ofreció su espalda para que se apoyara en ella.
La sirvienta se sonrojó y agitó las manos en señal de rechazo, pero incapaz de vencer la insistencia de Damian, se apoyó de mala gana en su espalda.
Damian levantó fácilmente a la criada y se puso en pie, mirando a Silveryn como preguntándole cuándo se iban.
No hacía mucho, al comenzar su entrenamiento, él mismo luchaba contra el dolor muscular y se apoyaba en la doncella. Ahora, tras completar todo el entrenamiento y agotar su magia, había cargado con la misma doncella que le había apoyado.
Estaba creciendo.
Esto hizo que las comisuras de los labios de Silveryn se curvaran ligeramente.
Resulta que criarlo es bastante gratificante después de todo".
***
Unas hileras de plantas de jardín meticulosamente cuidadas bordeaban el camino, y al final de éste se alzaba una gran mansión de un blanco crudo.
La uniformidad de las docenas de plantas denotaba un cuidado meticuloso, lo que hacía que cada paso por el jardín pareciera un déjà vu.
El paisaje le producía una impresión compulsiva de paisajismo.
Un mayordomo salió a recibirla.
"Es un honor conocerla".
El miedo era evidente en el rostro del mayordomo, aunque intentara disimularlo, frente a un gran mago.
A pesar de que habían solicitado específicamente la ayuda de Silveryn.
"¿Dónde está Lord Railles, y por qué ha salido el mayordomo a recibirme?".