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Parecían estar bien preparados después de escuchar las noticias sobre Damian y Silveryn difundidas por Weisel.

Sabían que para capturar a Damian, tendrían que vérselas con Silveryn.

La posibilidad de que hubieran provocado la crecida del río y nos hubieran desviado a las afueras del Imperio parecía formar parte de su plan.

Si tenían poder dentro del Imperio, orquestar acontecimientos dentro de sus fronteras simplificaría la limpieza posterior.

"¿Qué planean hacer con Damian?"

"Él muere aquí."

"... ¿Qué crimen ha cometido?"

"No interfieras más."

Silveryn sintió lástima por Damian.

Qué destino tan trágico. ¿Qué tan retorcida debe ser la vida de uno para convertirse en enemigo de estos magos a tan temprana edad?

Antes de conocer a Silveryn, Damian no había sido más que un muchacho débil y empobrecido. Era natural que no tuviera contacto con la alta nobleza.

De no haber sido por ella, Damian podría haber desaparecido sin dejar rastro, muerto y olvidado.

Silveryn observó en silencio las cuchillas de carámbano.

Pertenecían a una categoría mágica de nivel medio, pero su abrumadora cantidad les confería la fuerza de un ataque mágico de nivel alto o superior.

Además, estos hechizos complementaban la magia de atributos utilizada principalmente por Silveryn. Parecía que toda su estrategia había sido diseñada pensando en ella.

La mayoría de los magos serían despedazados por estas cuchillas.

Pero eso era todo.

Tal vez la cálida capital del sur nunca había oído hablar de los que en el frío norte vivían con la amenaza constante de la muerte.

No importaba el número, no importaba el atributo; Silveryn permanecía inafectada.

Sentía curiosidad por sus intenciones.

¿Habían decidido arriesgarse a la aniquilación total sólo para capturar a Damian?

¿O era por la arrogante confianza de que podrían deshacerse fácilmente de alguien como Silveryn?

"Una magia impresionante. Debo admitir que estoy sorprendido".

"..."

"Ahora, tengo curiosidad por tu maestro".

"Es alguien de un calibre diferente al tuyo."

"¿Quién podría ser?"

"El rey de los magos".

Silveryn sacudió la cabeza como si le disgustara la afirmación.

Oír esta respuesta confirmó su suposición; tenía que ser el segundo.

Había innumerables individuos en el mundo que se autoproclamaban los más grandes magos.

Necios que se engañaban a sí mismos creyendo que habían sido elegidos por los dioses y buscaban el poder sin freno ni conciencia.

Éstos eran los que se enfrentaban a los límites de su poder y acababan recurriendo a la magia negra para resolver sus problemas.

La posibilidad de acabar con esto con palabras parecía inexistente.

"No tengo intención de abandonar a mi discípulo".

"Así que parece que no tienes intención de resolver esto pacíficamente."

Academia DoggoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora