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Después de la feria, esperé a que mis padres se quedaran dormidos, lo cual fue quizá a las ocho, porque, aceptémoslo, son viejos y luego me escabullí por la cochera. Todo el camino hacia su casa en mi bicicleta, me pregunté qué iba a hacer. Tan solo necesitaba verlo. No me pregunten la razón. Simplemente necesitaba hacerlo. Lo recuerdo de esa manera.

Gateé por los arbustos que rodeaban su casa, hasta que llegué debajo de la habitación que recordaba era la suya.

Era la misma habitación donde tomé prestado el colchón.

Las luces se encontraban apagadas, y mi corazón como que murió dentro de mi pecho al mismo tiempo que tenía una horrible sensación de tener la vejiga muy llena, lo cual debió haberme obligado a huir.

¿Sabes lo complejo que es moverte cuando tienes tantas ganas de orinar? Estúpidos nervios.

En lugar de eso, me dirigí al otro lado de la casa, presionando mi espalda contra el muro más alejado para ver si las luces estaban encendidas en el cuarto sobre la cochera.

Lo estaban.

A los diecisiete años, consideré escalar el enrejado que cruzaba al costado su casa y balancearme como un mono sobre alguna rama del árbol cercano a la ventana. Solo para darle un vistazo. Solo para estar cerca de él, para sentir una loca carrera en el corazón, sentir la emoción revoltosa que sentí ese día en los menos de diez minutos que estuve con él.

Ahora deseo poder haberlo hecho.

Pero me acobardé. En vez deser aquel chico genial que soñé ser antes que me alcanzara un rayo, me volteéy regresé a casa. A mi habitación, donde todas mis  preguntas seguían sin respuesta, donde mi corazón se sentía entumecido y vacío al mismo tiempo, porque me gustaba este chico y no sabía nada de su situación.

Lo único que sabía era la sensación que sentí cuando dijo mi nombre.

La sensación que sentí al estar con él en las vías del tren.

La sensación que sentí cuando se alejó de mí y me dejó más confundido de lo que estuve en toda mi vida.

Esa fue la noche que prometí olvidarme de Hyunjin, pues me sentía asustad de lo que podría enterarme. Mi joven cerebro inventó un millón de excusas de por qué lo hacía, pero les soy lo bastante honesto al decir que tenía miedo. Fueron casi tres meses después de aquella noche que conocí a Jae, el hermano de Tracy, y empezamos a salir. Porque le interesaba y yo lo consideraba bonito.

Él fue mi primer beso real y nos divertimos juntos, aunque nada en mi interior hormigueó o brilló como ese día en la feria. En esencia, seguí la corriente, ignorando cualquier información sobre el artista que una vez conocí, en otra vida. De vez en cuando, me enteraba por ahí que abriría una exposición en algún lugar asombroso. Me encontraba con alguna fotografía de su trabajo cuando cambiaba la página del periódico a las historietas cuando desayunaba cereales los domingos.

Ese vacío... esa maldita brecha en mi corazón... nunca se cerró realmente. Incluso después de comenzar la secundaria y volverme miembro del club de debate para poder decidir si quería ser abogado. Incluso después de ayudar a Jisung a planificar los bailes de la escuela. Siendo niñero siempre que podía para hacer dinero extra. Incluso después de todo eso, todavía faltaba algo.

Me centré en intentar ser mejor persona que el niño malo que le dijo a un artista talentoso que coloreara dentro de las líneas hace tantos años atrás. Era como flotar en una balsa en medio de una piscina. Satisfecha. Feliz porque era una rutina. Así era la vida.

Jisung y yo salíamos.

Jae y yo nos besábamos.

Las tareas fueron entregadas.

Tan solo me encontraba allí.

Pero la vida no se trata de solo pasarla. Justo cuando te has aferrado a una falsa sensación de seguridad, le gusta lanzarte a una trama diferente. Manteniéndote alerta.

No había investigado la ―condición de Colton en específico. Y sí, lo digo en comillas.

Algo en mi interior noquería saber. Algo me hizo pensar que si sabía exactamente lo que él sentía,entonces cambiaría mis recuerdos de él o me influiría a  mirarlo de manera distinta. Y no quería que pasara eso, porque los recuerdos que tenía de él, incluso cuando se ligaban con mis experiencias cercanas a la muerte, eran muy buenos. Me sentía bien cuando pensaba en él.

Al informarme de lo que se encontraba ―mal pudo haber causado que repasara y analizara cada movimiento que él había hecho. Mis interacciones con él. La cordura de su madre.

Era muy, muy buena en fingir e ignorar estas cosas.

¿Tú no lo harías?

En fin. Solía tener una falsa idea de que él era discapacitado. 

Obviamente habría un estigma unido a él, ¿cierto? Lo que no sabía en ese momento, era que había muchas personas con las que estábamos familiarizados que tenían lo mismo.

Como celebridades.

Puedes buscarlo.

¿Alguna vez lo sabrías? Quizá no. Pero de ser así, ¿te haría mirarlos de manera diferente? Analizarías su lenguaje corporal y todo lo que vieras te haría decir—: Ah, sí. Ahora todo tiene sentido.

Esa es la razón por la que no quería saber. Pensé que nunca volvería a ver a Hyunjin otra vez, por lo que no necesitaba arruinar mis preciosos recuerdos de él.

Fui un iluso que creyó que saber la verdad cambiaría las cosas de una forma negativa en vez de positiva. Era más de lo que podía manejar. Pero algo que olvidé de mí mismo es que soy bastante testarudo y leal. De hecho, perseverante hasta la exageración.

Con el tiempo, me di cuenta de inmediato que haría cualquier cosa por él.

Cualquier cosa.

Sé que es un hecho, porque al momento que casi me obligué a olvidarme de él, Hyunjin atravesó las puertas de mi secundaria el primer día de mi último año.

Con su casillero a menos de un metro del mío.

Y era incluso más hermoso en la vida real de lo parecía en el descolorido recuerdo que guardaba de él en el fondo de mi mente. 

Love Untold || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora