Capitulo VIII

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8-Solos por una noche

Asia Kozolov

Subo a mi moto y dejo atrás a los demás, al llegar al departamento me dirijo a mi habitación, al instante Ava y los chicos llegan.

—¡Asia!—gritan—¿Qué cenaremos?,tengo hambre.

—¿Y por qué me lo preguntas a mí? Ava está a tu lado, dicelo a ella.

—Ava le está comiendo la boca a Alexei, si es que no te has dado cuenta todavía—habla cansado Nikolai.

—Bien—suspiro rendida-pide pizza.

—¡Asia!

—¿¡Que quieres ahora Nikolai!?

—¿De que te gustaría la pizza?

—jamón y queso.

—uyyy, que genio, ya te dejo en paz—hace una pausa—por ahora.

Voy al baño y agarro el botiquín, después me dirijo para la sala allí Ava le está comiendo la boca a Alexei y Nikolai le está pagando al repartidor de pizza.
Este deja la pizza en la cocina.

—Nikolai, ven aquí—lo llamo.

Este se sienta en el sofá grande.

—¿Qué vas hacer?—pregunta mirándome con sus bellos ojos color esmeralda.

—limpiarte esa herida que tienes y colocarte una curita-le respondo abriendo el pomo del desinfectante y remojando un poco en algodón.

—estoy bien, no hay necesidad de curarme nada—responde frunciendo el ceño.

—cállate y estate quieto-le riño—mientras le paso el algodón por la herida, este salta en el asiento.

—joder, como arde esa mierda.

—deja de ser nena—me burlo—es solo un poquito de alcohol.

—no soy nena—refunfuña.

Al verlo de esta manera, me doy cuenta de lo muy diferente que es, muchos dicen que es un hombre frío, arrogante y sin escrúpulos a la hora de negociar, pero en estos momentos está demostrado todo lo contrario, se ve como un niño mimado haciendo rabieta porque no le dan el dulce que él quiere.

—río.

—¿De qué te ríes?

—Nada, solo me acordaba de algo.

Al terminar le coloco la curita en la herida y cierro el botiquín.

Me giro hacia Ava—si ya dejaste de comerle la boca a Alexei, será mejor que coloque las pizzas en los platos y prepares la mesa para cenar.

Esta agarra de la mano a Alexei—oh no—agarro a Alexei de su camisa—tu no, tu te quedas con Nikolai, los dos van a ir a la habitación de Ava, y en su armario tomarán ropa de su hermano-hablo señalando a los dos.

—Cuando acabe de darme una ducha, entran ustedes—los señalo— adentro ya van a estar toallas limpias y cepillos para los dientes.

—¿de acuerdo?

—si— responden al unísono.

Al estar en mi habitación, agarro la ropa de dormir y me dirijo al baño.

—¡Asia!.

—¡¿Ni bañarme tranquila me dejarán!?—grito enojada.

—es que estos dos están al punto de cojer nuevamente en medio de la sala y no desearía ver eso.

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