Capítulo XIII

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13-Sospechas.

Asia Kozolov.

Al cabo de unos minutos sale el doctor y se dirige hacia donde estamos.

—¡Felicidades!—es compatible con su hermano señorita Kozolov.

Lágrimas se derraman de mis ojos debido a lo feliz que estoy de escuchar tan buena noticia.

—¿Entonces mi hermano estará bien?

—Si todo sale bien con la operación, si, su hermano estará bien—posa su mirada en mí—ademas teniendo a un donante de su lado no va a pasarle nada malo, lo más difícil era la sangre, y ya la tenemos, confíe y dejé su vida en nuestras manos—me regala una sincera sonrisa.

—Bien vamos a alistar las cosas para la transfusión de sangre, después realizaremos la operación—se dirijo hacia mí—Asia ¿Podrías acompañarme?

—asiento con la cabeza, para después seguirlo en silencio—pase—habla abriendo la puerta—tome asiento—Voy a comenzar con la transfusión de sangre. Es un procedimiento sencillo, no te preocupes. Te explicaré todo lo que necesitas saber.

El doctor comienza a preparar todo para la transfusión, y me explica el proceso detalladamente.

Asiento escuchando silenciosamente la explicación del doctor—Gracias, doctor. Estoy un poco nerviosa, pero confío en usted.

Después de terminar el proceso de preparación se dirige hacia mí—Listo, vamos a comenzar. Solo sentirás un pequeño pinchazo.

Después de un rato, salgo de la habitación junto con él doctor, este cansado va con mi familia.

—La transfusión fue exitosa, pero es importante que Asia descanse y se recupere adecuadamente—después de informarnos, se retira dejándonos solos.

Cansada me siento al lado de Nikolai y mi hermano Sergei.

—¿Dónde estaba ni hermano antes de que ocurriera el accidente?—al escucharme el ambiente se pone un poco tenso, hasta que mi padre responde.

—Estaba en la empresa, más bien en su oficina, yo lo mande a una cafetería cerca ya que allí se iba a encontrar con uno de nuestro cliente más importante para darles unos papeles los cuáles se iban a utilizar en el juicio.

—¿Qué juicio?

—Claro cómo vas a saber del juicio si pasas más tiempo fuera que dentro de la empresa—habla por primera vez desde que llegué mi querida y amada madrastra.

—¿Qué juicio?—vuelvo a preguntar impaciente.

—Uno de nuestros clientes nos debía más de 100 millones de dólares, este no ha querido pagar y ha tratado de salír dela país, además a tratado de poner nuestros empleados en nuestra contra, llegamos a un acuerdo nos dará parte del dinero y uno de sus hoteles más prestigiosos.

—Mm, las cámaras—todos se quedan mirándome—revisaron las cámaras de seguridad.

—Te están hablando de un contrato importante para nuestra empresa y tú pregunta si las cámaras funcionan.—habla alterada mi querida madrastra.

—Mire señora en primer lugar, esa empresa es más mía que vuestra—señalo a mi padre y a ella—en segundo lugar, en estos momentos me importa más mi hermano que la estúpida empresa, ahora volviendo a la pregunta anterior ¿Revisaron las cámaras de seguridad? Sí o no.

—las cámaras de seguridad estaban inactivas, hubo un fallo y la estaban arreglando—respinde tranquilamente mi padre.

—¡Wao! Que bien, justo en el momento que Alev sale con el coche, minutos atrás las cámaras no estaban funcionando, pero da la lijera intención que unos minutos después comienzan a funcionar como si nunca hubieran estado rotas o inactivas—miro a mi padre—¿Raro no?.

—E-eeh, si, estamos investigando.

—Creo que no lo suficiente—declaro.

Cansada salgo del hospital para poder cojer un poco de aire fresco, miro mi alrededor y me doy cuenta de Tatiana está hablando con un tipo muy raro, en silencio me acerco hacia ellos y es cuando me percato del muchacho, es el imbécil de Kion.

Que se traten Tatiana y Kion juntos.

En ese instante mi teléfono suena, me llega un mensaje y un vídeo.

«Para que aprendas que nadie se mete conmigo y sale ileso»

—Vaya, ¿qué es esto?—hablo confundida—le doy al vídeo y este se reproduce, está una persona cerca del auto de mi hermano, cuando no queda nadie en el estacionamiento, se acerca al coche y corta los frenos, la cara de esa persona no se ve bien ya que el vídeo tampoco se ve muy bien que digamos, pero se puede mejorar llevándolo con un tecnologico.

—Sorprendida Asia—habla sonriendo Tatiana.

—¿Fuiste tú perra del demonio?

Al escuchar los gritos todos salen.

—¿Que sucede aquí?—pregunta desconcertado mi padre.

—esta perra fue la que corto los frenos, gracias a ella mi hermano está en un maldito quirófano luchando por su vida—grito alterada.

—¿De que rayos estás hablando?

—Miren—also el teléfono.

—no hay nada Asia—habla Nikolai.

—Que-e—miro el teléfono, el vídeo ya no se encuentra, desesperada lo busco, no hay ninguna rastro del vídeo ni del mensaje—estaba ahí, tiene que creerme yo lo vi con mis propios ojos.

—¡Detén esta farsa! ¿Cómo te atreves a difamarnos de esta manera? No tenemos nada que ver con ese nefasto accidente.—habla mi madrastra.

—¡Es patético! ¿Crees que puedes difamarnos con solo palabras? Jajaja, no tienes pruebas, hermanita.—le sigue Tatiana.

La atmósfera se volvió aún más cargada cuando Nikolai intervino para respaldar a Asia.

—Creo en ti, sé que estás diciendo la verdad. Vamos a encontrar la manera de demostrar lo que realmente sucedió y desenmascarar a los culpables, ¡juntos!.
No debes de preocuparte—me abraza desde atrás Nikolai.

—Gracias—le correspondo el abrazo—no se que sucedió pero juro que lo descubriré.

Señalo a Tatiana a su madre y a mi padre—si algunos de ustedes tiene que ver en esto prepárense, porque se las verán conmigo, y créanme que les daré donde más le duele, les recuerdo que el que me hace daño yo sé hago el doble, de mí nadie se salva.—termino da hablar y camino con Nikolai hasta que llegamos a su auto.

—En verdad muchas gracias Nikolai—lo miro—al menos puedo contar contigo.

Este se acerca a mí y me toma del mentón y me besa.

Su beso es suave y delicado, toma mis labios entre sus dientes y juega con ellos suavemente, en una lenta pero placentera caricia pasa su lengua por mi labio inferior, adenteandola así a mi cavidad bucal, le sigo el beso hasta que nuestras respiraciones no nos dan para más.

Nos separamos, sus labios están hinchados y rojos, los míos deben de estar igual o peor.

—Todo por la mujer que amo.

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