✨Capítulo 2✨

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El olor a amoniaco y desinfectante, me hace arrugar la nariz

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El olor a amoniaco y desinfectante, me hace arrugar la nariz. Creo que es demasiado temprano para empezar con este olor nauseabundo que lo único que hace es recordarme que estoy de nuevo en el instituto. Por suerte para mí es mi último año y después seré libre para irme a cualquier sitio a estudiar. Cuanto más lejos, mejor.

El primer día del año siempre es el peor. Al menos para mi gusto. Las puñeteras presentaciones de todos los años, me hacen querer asfixiarme con la comida de la cafetería y mejor ni hablo de las pruebas para ser animadora que tienen a medio Archer al borde del abismo.

Nunca entenderé esa necesidad de pegar saltos gritando consignas que realmente no tienen sentido mientras llevas una falda extremadamente corta que te provocará una hipotermia en el mes de diciembre.

Camino sumida en mis pensamientos. No hace falta que me esfuerce en fijarme por donde voy. Llevo aquí desde los once años y las clases son las mismas siempre. Matemáticas y cálculo al lado de la cafetería, física en el lado derecho, historia y química en el izquierdo...suspiro intentando que el dolor de cabeza que me martillea desde el día anterior se mitigue.

No es raro que me duele la cabeza, sobre todo si tenemos en cuenta que en ocasiones tengo algún problema de insomnio, pero si es raro cuando he dormido como un bebe y ni si quiera me he despertado cuando mi padre se ha ido y sé que no voy a verle hasta el viernes que vuelva. Es lo que tiene que sea un abogado de renombre, sus clientes están por todo el condado, y eso con suerte porque hace un par de meses tuvo que irse a Nueva York.

—¿Me has escuchado?

La voz de Blake a mi lado me hace darme cuenta que ya hemos llegado a la clase de física y estamos sentadas casi en el final de la clase. ¿Me molesta?, sí, no puedo prestar atención como me gusta si estoy en la última fila, pero Blake se niega y obviamente, no puedo ganar siempre. Ya la he obligado a sentarse en primera fila en cálculo e historia, tenía que ceder un poco en física y literatura.

—¿Sí? —Mentira, pero no me apetece que Blake tenga un brote de bipolaridad por no escucharla. Ese privilegio se lo dejo a mi hermano.

—¡Genial!, entonces le diré a la entrenadora Rial que te vas a presentar a la prueba de animadoras.

Mis ojos se abren como platos ante su comentario y solo soy capaz de rezar porque no sea verdad nada de lo que ha dicho.

Soy una persona torpe por naturaleza. En atletismo me tropiezo con mis propios pies y siempre termino en el suelo y tengo cicatrices suficientes en las rodillas para demostrarlo, cuanto menos eso de dar saltos mientras muevo unos pompones a la vez y pongo mi mejor sonrisa. Imposible, no soy capaz.

—¿Qué? No puedes estar hablando enserio.

Mi voz es un simple susurro. Sé que, si me mirara en un espejo, ahora mismo mi color sería verde y mis ojos brillantes al borde de las lágrimas. Pánico.

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