El único sonido que oigo a mi alrededor es el de mis puños golpeando un saco de boxeo que sujeta Ty. No he vuelto a practicar con Evan y desde luego ni hablar de intentar detener una inmovilización.
Llevo dos semanas con una rutina demasiado estricta. Pesas, boxeo y termino corriendo hasta mi casa acompañada de Ty. No me avergüenza decir que no levanto ni cinco kilos en las pesas mientras él a mi lado carga mas de ciento veinte. Tampoco me importa ser capaz de hacer solo dos flexiones y media cuando él hace cincuenta. De las dominadas mejor ni hablamos, pero el saco, el saco es otra cosa.
Desde que descubrí que me libera la tensión del cuerpo y Ty se dio cuenta que no se me da mal del todo, me permite dos horas al día de golpes en los que pienso en como mi hermano sigue casi sin dirigirme la palabra, en como mis padres están cada vez más distantes entre ellos y con nosotros, y en como Blake y Mason se limitan ha charlar conmigo de cosas estúpidas sin sentido.
El dolor de todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo, es una paz mental que jamás pensé en tener.
Oigo la puerta abrirse y cerrarse con un portazo. Ya estoy acostumbrada a este tipo de cosas. Los dos primeros días mi cuerpo dio un respingo y mi pulso se aceleró, pero ahora es tan sencillo como saber que Evan acaba de entrar por la puerta después de un entrenamiento. También he aprendido a mantenerme callada para evitar sus malas contestaciones por sus malos días, que desgraciadamente son todos.
Observo como los ojos de Ty se abren demasiado y noto una suave respiración en mi nuca.
—Si sigues golpeando así, vas a romperte un nudillo —coge mis manos desde mi espalda para pararme —, ¿tú entrenador no te lo ha dicho?
—Ya empezamos... —Ty suelta el saco y se va hasta el otro lado de la habitación para fingir que no escucha lo que hablamos.
—Es la primera vez en una semana que te dignas a decirme algo más que hola, ¿y es para criticar como Ty me entrena?
Intento soltar mis manos de entre las suyas, pero aprieta más sus manos alrededor de las mías y oigo un bufido. Intento despejar mi mente y controlar mi respiración, que, si ya era un desastre por el ejercicio, no ayuda demasiado que sienta el cuerpo de Evan tan duro como una piedra en mi espalda.
—Intento ayudarte.
—Muy bien, pues enséñame tú.
Consigo soltar mis manos de las suyas con un tirón que no se esperaba y me pongo frente a él para poder mirarlo. Su cara es una máscara en la que no soy capaz de leer absolutamente nada de lo que está pensando. Bien podría ser que le desquicio y no sabe cómo deshacerse de mí, como podría ser en lo que vaya a pedir para cenar en este lujoso ático que, gracias a Ty, sé que es suyo.
—Muy bien, imita mi postura.
Ladeo la cabeza mientras veo como abre ligeramente las piernas y coloca las manos cerca de su cara para protegerse siendo capaz de agacharse ligeramente.
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Orión
Novela JuvenilOrión emerge como el cazador mitológico, un ser entrenado desde su infancia para la caza, la supervivencia y la implacable búsqueda de la excelencia. Es un alma atormentada, por las sombras que lo persiguen. La soledad es su compañera más fiel, y la...