✨Capítulo 8✨

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Hace un día de mierda

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Hace un día de mierda. No es solo que sean las dos de la tarde, y aún tenga que quedarme una hora a esperar a Evan mientras entrena, no es sólo que, a esa hora, esté empezando a anochecer, sino que encima, la lluvia no hace demasiado por mejorar mi mal humor.

No he vuelto a hablar con Noah desde la discusión que tuvimos ayer, aunque tampoco es que él lo haya intentado. Cree que tiene toda la puñetera razón, y eso solo me lleva a pensar en toda la basura que Timothy ha podido soltar por su boca, cosa que sinceramente, me resbala bastante, porque lo que piense la gente de mi nunca me ha importado, el auténtico problema es que mi hermano, la persona más importante en mi vida porque es la única constante desde que mis padres empezaron a trabajar a tiempo completo, se lo haya creído.

No me ha ayudado tampoco demasiado la llamada de Blake ayer por la noche, claro está, defendiendo a mi hermano y dándome a entender que, si sabía los rumores que corrían por el Archer y el Kennedy sobre Timothy y su manera de tratar a las chicas, no debí salir con él jamás. Parece que tener perdidas de memoria va con ella, porque si no recuerdo mal, ella fue la que estuvo semanas insistiéndome en salir con él, diciendo que quizá conmigo fuera diferente.

Realmente no sé en que punto mi relación con mi mejor amiga a cambiado tanto de llegar a no la reconozco.

Miro el reloj una vez más, y resoplo guardando los libros en la mochila. Faltan cinco minutos para que termine el entrenamiento, y el mensaje que Evan me mandó hace un rato, decía claramente que le esperara en el parking.

Llego hasta el parking y me quedo parada sin saber donde ir. La moto de Evan no está, y tampoco es que me fuera a montar en ella. No sé donde vamos a ir, y la posibilidad de ir en autobús no existe, así como pedirle a Noah o Mason que me acerque a vete tú a saber dónde.

—Diez minutos Lennon, espera diez minutos y te vas a casa...

—¡Lennon! —Mi diálogo conmigo misma se corta cuando oigo mi nombre de una voz que no reconozco —. Venga tenemos que irnos.

Giro mi cuerpo hasta la voz y allí está, la camioneta negra y un Ty muy sonriente esperándome con la puerta abierta.

Corro intentando evitar lo máximo posible las gotas de lluvia que caen de manera lenta y tortuosa, y salto al interior de la camioneta haciendo que Ty se ría.

—¡No te rías!, se me riza el pelo con la lluvia.

—¿Se te riza el pelo? —Su mano viaja hasta mi pelo y lo remueve haciendo que mi cara se tape y acabe pareciendo la niña del pozo.

No tiene sentido quejarme, al menos no en voz alta, así que me limito a echar el pelo atrás y atarlo en un moño bajo y mal hecho, totalmente acorde con el día, la lluvia y la oscuridad.

Miro por la ventana y veo pasar diferentes edificios, entre ellos el Pandemónium, la farmacia en la que trabaja mi madre y la gran y única avenida en la que se centran las tiendas y la vida en el pueblo, para terminar parándonos en un edificio totalmente nuevo y realmente caro.

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