✨Capítulo 4✨

21 5 5
                                    

¿Sabéis que el hielo se puede oler?, casi todo el mundo suele reírse cuando lo digo, o mejor, cuando ven la película de Titanic y uno de los trabajadores dice que el hielo se puede oler, pero se huele, y me gusta, por eso precisamente no puedo evi...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Sabéis que el hielo se puede oler?, casi todo el mundo suele reírse cuando lo digo, o mejor, cuando ven la película de Titanic y uno de los trabajadores dice que el hielo se puede oler, pero se huele, y me gusta, por eso precisamente no puedo evitar sonreír de camino a casa desde la biblioteca.

¿Qué a que huele?, para mi el olor es fresco, naturaleza, limpieza, y si estoy en lo cierto, esta noche caerá la primera helada del año y eso significa largas tardes junto a la chimenea con un libro entre las manos.

Aprieto el asa de la mochila con la mano mientras camino tranquilamente sin pensar en demasiadas cosas. Demasiado me ha costado pensar la manera de hacer que una chica de primero, entendiera el maravilloso mundo de Edgar Allan Poe, sin que se distrajera de manera constante con el móvil y las consignas que tiene que aprenderse al ser la nueva animadora, así que sí, toda mi energía intelectual se ha quedado en la mesa central de la biblioteca municipal mientras luchaba por no golpearme con ella al explicarla un simple poema. Todo sea por los créditos universitarios.

Mantengo mi ritmo mientras oigo una moto rugir cerca y no puedo evitar poner los ojos en blanco. Realmente no entiendo que alguien prefiera montar en moto antes que en un coche. Haber, gracias a las series y las películas, todos sabemos que una moto es extremadamente sexy, pero muy insegura, por no decir que ninguno de los que salen en las películas, podría estar en el último pueblo en el que la gente piensa, sobre todo porque dentro de exactamente un mes, pasaremos a vivir en una noche eterna durante unos...cuatro meses más o menos. Justo como en la película de 30 días de oscuridad, pero sin vampiros que nos maten, y sin oscuridad total, simplemente amanecerá a las ocho de la mañana y anochecerá a las dos de la tarde.

No puedo evitar hacer una mueca de desagrado cuando oigo otra vez la moto, solo que esta vez más cerca, casi como si estuviera...

—Pero vaya, vaya quien está por aquí.

Giro la cabeza por encima de mi hombro para ver lo que tengo detrás. Realmente, no puedo evitar que la boca se me abra. Una maravillosa moto, a la cual solo puedo denominar como enorme y preciosa, esta detrás mío ronroneando. Detallo los colores con calma. Un azul metálico brilla entre sus piernas largas y apoyadas en el suelo, mientras que pequeñas líneas negras mate, atraviesan en diferentes formas el depósito.

Botas marrones medio desabrochadas por encima de un vaquero negro roto en las rodillas, una chaqueta de cuero negra cruzada a juego con unos guantes en los que claramente se ve la longitud de sus dedos que tamborilean de manera rítmica en el lateral de la moto, todo ello adornado con una cabeza ladeada oculta tras un casco negro y azul con el mismo diseño que la moto.

Debería haberme puesto nerviosa, haber salido corriendo mientras gritaba para que los vecinos salieran a las puertas de sus casas, pero en lugar de eso, me he quedado clavada de manera estática en medio de la acera con la boca abierta admirando el perfecto peligro que supone esta persona.

OriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora