✨Capítulo 14✨

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Cuando vives en una casa en la que hay secretos; secretos económicos, secretos laborales, secretos...sentimentales, te acostumbras a enterarte de todo lo que ocurre escuchando detrás de las puertas.

No es algo que me guste hacer, pero así descubrí que más vale que Noah y yo tengamos trabajo o una beca estudiantil, al menos uno de los dos, así me enteré de que el sueldo de mi madre es más bajo de lo que nos hacen creer, por eso trabaja casi todos los fines de semana, para que sea mayor y así también me enteré de que mi padre ha tenido una aventura con una compañera de trabajo. Lo peor es que fue hace no mucho y por eso ha estado fuera más tiempo del debido, porque mi madre no quería ni verlo, aunque no sé en que punto están ahora mismo.

Y por todas esas malas costumbres que he ido adquiriendo según crecía, estoy escondida cerca de la escalera que baja hasta el salón de Evan, mientras solo oigo palabras sueltas entre los murmullos de una conversación que parece algo tensa.

—No debería seguir aquí —la voz de Ty suena calmada, pero, aun así, puedo notar la tensión con la que pronuncia cada palabra —, joder si Perrolli se entera nos mata a los dos y le va a dar igual que seas su hijo.

—¿Y qué querías Ty?, ¿qué la dejara a su jodida suerte?

—Que hicieras tú trabajo sin meternos en problemas.

La conversación baja a menos que un susurro. Bueno estaban hablando de mí, eso es algo que sí he sido capaz de identificar fácilmente. Quizá debería olvidarme de todo e irme a casa y fingir que nada de esto ha pasado. El sonido del móvil de Evan retumba en la habitación y sube por las escaleras cortando mis pensamientos.

—Que —desde luego no puede decirse que sea la amabilidad personificada, y menos con quien quiera que esté al otro lado —, trabajando y no, no voy a ir a tú casa —el silencio solo es roto por sonidos metálicos que no identifico —, pues que mala suerte para ti, porque no estoy disponible.

Una maldición sale de su boca y el sonido del móvil aterrizando contra la mesa, es síntoma de que ha terminado la conversación.

—¿Cuánto llevas sin quedar con ella? —Otro suave clic resuena en el salón.

—¿Cuánto hace de la fiesta del lago?

—¿De la primera a la que no fui o de la segunda en la que hiciste trabajar para vigilarla?

—Que gracioso eres, a veces se me olvida porque eres mi mejor amigo.

Pongo los ojos en blanco ante esa respuesta y casi estoy a punto de irme al baño, porque no parece que vaya a sacar nada de espiarlos como si perteneciera a la GESTAPO, pero al segundo paso, una palabra llega alta y clara como si me indicara sensualmente el camino.

Pongo los ojos en blanco ante esa respuesta y casi estoy a punto de irme al baño, porque no parece que vaya a sacar nada de espiarlos como si perteneciera a la GESTAPO, pero al segundo paso, una palabra llega alta y clara como si me indicara sensu...

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Conozco el camino de memoria, y los atajos para llegar sin necesidad de ir por la carretera. Hace algunos años, Noah y yo veníamos a escondidas solo para estar a solas y tranquilos, después se unieron Mason y Blake, y nos limitábamos a jugar a estúpidos juegos o a investigar en los armarios que habían quedado en el edificio.

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