XV Cereza

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Narrador omniscienteCuando Lucius y Remus desaparecieron de la habitación principal, el resto quedó en un incómodo silencio que se rompió cuando Barty se acercó al pequeño rubio que había sido colocado detrás de James en ese momento por el propio ...

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Narrador omnisciente
Cuando Lucius y Remus desaparecieron de la habitación principal, el resto quedó en un incómodo silencio que se rompió cuando Barty se acercó al pequeño rubio que había sido colocado detrás de James en ese momento por el propio James. El de ojos verdes miró con creciente duda y arrogancia al mayor.

—Quiero hablar con Pettigrew —exigió el menor, mirando con odio a James. En ese momento, Regulus se acercó para colocarse detrás de su desenfrenado amigo.

—Pero no vas a hablar con él —respondió con simpleza, mirando al Slytherin fijamente.

—Tú no lo decides, Potter, él lo decide —señaló obviamente rodando los ojos y fijándose en el pequeño rubio que observaba la situación indiferente.

—Pero como es mi amigo, sé que él no quiere hablar contigo —gruñó al mismo tiempo que sentía un leve tirón en la manga de su buzo.

—James, basta, está bien —susurró con tranquilidad, haciendo que su amigo de ojos marrones le volteara a ver. —Estaré bien —le dirigió una secreta mirada de desaprobación por su comportamiento y salió detrás de él para colocarse frente a Barty, quien sonreía con sorna al de lentes.

—Ya lo oíste, Potter —y con esa sonrisa, parecida a la de un zorro después de obtener lo que quería, tomó la mano de Peter y lo arrastró lejos de los otros dos, que momentos después desaparecieron, al igual que Sirius y Severus.

—No tienes por qué tratarlo así —regañó el menor, dirigiéndole una mirada desaprobatoria a su actitud.

—Él inició, yo solo quería ir a hablar contigo, y no estás para saberlo, Pecas, pero no tengo tanta paciencia —respondió, soltando el leve agarre que tenía en la muñeca del mayor y buscó sentarse en el sofá que estaba cerca de ellos.

—¿Por qué me llamas así? —preguntó en un murmullo, esperando no ser escuchado por el otro, al tiempo que se quedaba de pie sosteniendo con su mano derecha su antebrazo izquierdo, apretándolo suavemente, algo que acostumbraba a hacer cuando se sentía cohibido.

El castaño miró con un brillo de ternura cómo el mayor tenía esa tímida duda respecto a su apodo. —Es un apodo, pero me imagino que eso lo sabes —explicó con obviedad, rodando amistosamente los ojos. El rubio pudo notar la gran diferencia entre aquel gesto y el gesto que había hecho con James hace un rato.

—Sí, solo que no me gusta —el volumen de su voz era tan bajo que esperaba que el otro dejara el tema de conversación. La mirada azulada se desviaba hacia cualquier otra dirección que no fuera la profunda mirada que le dirigían aquel par de esmeraldas.

—¿Por qué? —cuestionó, acompañando la pregunta con un ligero movimiento de su cabeza hacia la derecha, mirando la respuesta que el contrario lanzaría con curiosidad.

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