XVIII Historia

252 24 81
                                    

La luz resplandecía por toda la habitación, titilante pensando que alguien lograría caer en la curiosidad de ir a la guarida esa tarde; sabía que no era el mejor momento, pero tenía que asignar esa misión

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La luz resplandecía por toda la habitación, titilante pensando que alguien lograría caer en la curiosidad de ir a la guarida esa tarde; sabía que no era el mejor momento, pero tenía que asignar esa misión.

"Ellos están estudiando, Don, no vendrán"

Escribió la pluma en el aire, con la luz ahora roja rodeándolo y enmarcando su enojo.

"Quill"

Dijo el viejo pergamino desenrollándose con gracia y elegancia muy marcada.

"Es necesario que ellos sepan de esta misión. No vuelvas a interrumpir y menos a cuestionar mis decisiones".

"Eres un completo imbécil, pero eso ya lo sabes. No sé por qué ellos te soportan".

La tinta que se pintaba en el aire mostraba un brillo vino potente y con fuerza. Por otro lado, en aquella hoja malgastada se leían letras pequeñas con un brillo dorado, los dos conversaban y hablaban entre ellos con normalidad.

"Thais, háblale al joven lobo, te lo pido".

"Sueñas, ¿a qué tétrica misión piensas mandarle, Fionn?"

"No importan los siglos, siempre te metes en todo".

La pluma se movió enfurecida por toda la habitación hasta volver a posarse frente al pergamino viejo.

"Lo haré para evitar que los muchachos terminen como los primeros...".

"Ellos son más cuidadosos. Tengo el presentimiento de que estos muchachos llegarán hasta el final".

"Se hubieran muerto si no los salvo, Fionn".

"Créeme, calabaza, ellos no morirán".

Las letras escritas reflejaban seguridad, pero la pluma seguía teniendo aquel brillo escarlata.

"La última vez que confié acabé perdiendo a alguien. No volverá a pasar".

"Eso no lo decides tú".

La puerta de la guarida se abrió y fue en ese momento cuando un castaño repleto de cicatrices se dejó ver, con una alegría palpante en su rostro. Sus ojos dorados resplandecían y sus pupilas tenían un brillo singular.

Los ojos dorados captaron el constante brillo que emanaba de aquella vieja hoja malgastada, se apresuró a tomarla entre sus manos ignorando por completo a la pluma que flotaba en el aire con un brillo irá intenso. Objeto el cual al verse ignorado decidió regresar a su lugar.

MisteriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora