maga || enzo vogrincic

2. operación: olvidar a lía

A Enzo le parecía una ridiculez.

No necesitaba una pareja falsa, simplemente no era algo que quisiera.

Estaba soltero y tranquilo.

Casi.

Había terminado oficialmente con Sofía hacía seis meses. Su relación, a pesar del cariño que se tenían ya no daba para más. 

Y era la opinión profesional de su agente que Enzo tenía dos opciones.

— Ya se estrenó la película y la gente está empezando a volverse loca por ti.— dijo — Una de dos, o estás soltero y empiezan los rumores de que estás con absolutamente cualquier mujer que siquiera respire cerca de ti, o estás en pareja y te ahorras eso que, conociéndote, vas a detestar.

Sabía que en el fondo, Vicente, su agente lo estaba cuidando. A él le convenía que el estuviera soltero y que así se consuma más de lo que sea que fuera parte. Pero sabía que Enzo no lo disfrutaría, es más, sería un poco tortuoso pues el chico empezaría a ser reservado en extremo con su vida, solo para que no le inventen rumores.

Solo por eso, accedió a la idea de su agente, que resultaba completamente inorgánica, pero por cómo habían resultado las cosas con Lía y con Sofía prefería que fuera así.

— Ya la conocí, es bastante linda y para no ser actriz, es bastante buena actuando.

Él solo asintió y espero a que llegara la chica.

Era un dos de enero, lo recuerda muy bien por dos razones.

1. Desde ese día su vida daría el vuelco más grande que había dado hasta ese momento.

2. quedaban solo cuatro días para el Festival de Venecia.

La película ya se había estrenado y era un éxito, y aquello de los rumores de su soltería que su agente había dicho, ya estaba empezando a ocurrir.

De pronto, una de las secretarias de la agencia tocó la puerta.

— La señorita... Maga ya está aquí.
— Hágala pasar.— dijo Vicente.

Ahí entró la chica.

A primera vista le pareció, evidentemente, preciosa.

— Hola, señor Maldini.
— Dale, nena, te dije que me llamaras Vicente

La rubia asintió y pidió perdón.

— Usted... vos...

Notó la dificultad que tuvo la chica para poder dirigirse a él, y le causó ternura.

— Decime Enzo, tutéame.

Nuevamente asintió.

— Un gusto, Enzo
— El gusto es mío, Maga.

Ya tendría tiempo de preguntarle por ese curioso nombre.

Todos se sentaron en la mesa y repasaron el largo contrato que tenía la chica.

Incluía cosas como: no salir con nadie durante un año, asistir a todos los eventos necesarios con Enzo, no hablar de más con la prensa y no contar a absolutamente nadie respecto del acuerdo.

— Hay muchas prohibiciones, y estoy dispuesta a cumplirlas, pero necesito ciertas garantías para eso.

Vicente, impresionado por la claridad de la chica, le pidió que continuara.